Su autoritarismo y, en especial, su desconfianza hacia los partidos políticos locales, particularmente hacia el ruso (ligado al gobierno de Ioannis Capodistria, y que se opuso a las reformas eclesiásticas), erosionó rápidamente su popularidad.
Inclusive, las intrigas del consejo mismo (pues Armansperg —presidente del consejo— se vio enfrentado a los otros dos regentes, quienes se alinearon con el partido francés bajo el mando de Ioannis Kolettis) ayudaron a generar desconfianza entre el pueblo.
Esto reunió a la oposición contra estos, y provocó un gran levantamiento en la península de Mani.
Además, socavó en gran manera el prestigio de Maurer y Heideck frente a Armansperg.
Finalmente, en 1835, al alcanzar Otón la mayoría de edad, se disolvió el consejo.