[17] Los países latinoamericanos hacen parte de grupos negociadores que abogan por más recursos para la acción climática.
[19] Se espera que en la COP29 el financiamiento climático sea un tema central, enfocándose en aumentar los recursos para que los países en desarrollo puedan abordar los impactos climáticos y realizar la transición hacia economías con bajas emisiones de carbono.
[20][21] Las negociaciones del NCQG tienen como objetivo abordar las brechas persistentes en el financiamiento climático proporcionando un marco financiero más ambicioso y realista.
La puesta en funcionamiento del Fondo para Pérdidas y Daños, creado en la COP27, sigue siendo una prioridad.
Este mecanismo tiene como objetivo proporcionar asistencia financiera a las naciones afectadas desproporcionadamente por el cambio climático.
También se hará hincapié en mejorar la transparencia en los flujos de financiación climática para garantizar la rendición de cuentas y generar confianza entre los países, en particular porque las promesas anteriores no se han cumplido en su totalidad.
La COP29 tiene como objetivo fomentar asociaciones que aprovechen el capital privado para el desarrollo sostenible, centrándose en proyectos escalables que puedan acelerar los esfuerzos de adaptación y mitigación del clima a nivel mundial.
[32] Estos aspectos fueron determinantes para que algunos países insulares y de Latinoamérica agrupados en alianzas como AOSIS y LDC abandonaran las mesas de negociación al percibir que sus demandas no estaban siendo atendidas,[33] ni sus propuestas escuchadas.
[32] Esta cifra no contempla las necesidades ni la crisis específica que están enfrentando en el ártico.
[37] Respecto al programa de trabajo en transiciones justas, no se alcanzó ningún acuerdo y la COP 29 finalizó sin resultados.