[2][3] Las regiones descritas como «amígdala» en realidad abarcan una serie de núcleos con distintos atributos funcionales llamada complejo amigdalino.[3][4] El núcleo cortical está relacionado con el sentido del olfato y el procesamiento de las feromonas.[3][4][5] Hay evidencias en muchas especies de que la amígdala está muy involucrada en la respuesta a las hormonas sexuales.La amígdala contiene receptores tanto para estrógenos como andrógenos y responde a fluctuaciones en los niveles hormonales mediante cambios en su morfología.Así, las conexiones con la amígdala derecha facilitan un mejor seguimiento o vigilancia de estímulos externos, y las conexiones con la amígdala izquierda facilitan un mejor seguimiento o vigilancia de estímulos internos.La amígdala, especialmente el grupo basolateral, está involucrada en mediar los efectos de la activación emocional en la fuerza de la huella mnemotécnica para el evento, como han mostrado muchos laboratorios, incluido el del profesor James McGaugh.Estas tareas incluyen condicionamiento clásico básico, como por ejemplo la evitación inhibitoria, en donde las ratas aprenden a asociar una suave descarga en las patas con un compartimento particular del aparato, y tareas más complejas, como laberintos de agua para orientación espacial o mediante pistas, donde la rata aprende a nadar hasta una plataforma para escapar del agua.[11] Si se inyecta en la amígdala una droga que inhibe su funcionamiento, los animales no pueden ejecutar la tarea con normalidad.En 1888, se observó que monos rhesus con una lesión en el lóbulo temporal (incluida la amígdala) tenían déficits emocionales y sociales significativos.[13] Heinrich Klüver y Paul Bucy más tarde desarrollaron esta misma información tras mostrar que amplias lesiones en el lóbulo temporal anterior producían notables cambios, incluida una inapropiada violencia a objetos, hipoemocionalidad, pérdida de miedo, hipersexualidad, e incremento de la oralidad (hiperoralidad), que consiste en tomar y situar objetos inapropiados en la boca.Pacientes con una fobia social más severa correlacionaban con una mayor activación de la amígdala.[18] Por el contrario, se ha observado que la amígdala actúa de forma diferente en pacientes bipolares.[19] Muchos estudios se han concentrado en tratar de averiguar la relación entre amígdala y autismo.[20] Investigaciones recientes sugieren que algunos parásitos, en particular el toxoplasma, forman quistes en el cerebro, a menudo afectando la amígdala.