En el companaje se basa la comida que los campesinos, jornaleros y pastores llevaban al campo: pan con tocino, sardinas, requesón, aceitunas, cebolla o lo que hubiese.
«Ir o andar de companaje» se refiere al trabajador que toma el almuerzo.
[2] En las áreas mediterráneas el pan era comúnmente regado de oliva, y así se sigue haciendo en varias preparaciones modernas como el pa amb oli, el ħobż biż-żejt, el psomí me ládi (ψωμί με λάδι), los torricados, las tibornas o el desayuno andaluz.
La noción de «companaje», así como sus equivalentes en otras culturas, se fue disolviendo a medida que la industrialización alimentaria se abría paso en las sociedades, a partir de mediados del siglo xx, cuando se mejoran los sistemas de producción y consumo, haciendo que el pan, especialmente el pan de pueblo, pierda ese papel protagonista que tenía.
El cereal ha sido y es la base de la dieta de las clases medias y populares, siendo el eterno favorito el trigo, aunque no en todas las épocas fue fácil su obtención, por lo que se debía recurrir a centeno, cebada, alforfón, espelta, mijo, panizo, farro, maíz o sorgo.