[1] Inventada en el siglo XIX,[2] la cocina eléctrica se hizo popular para sustituir las cocinas de combustible sólido (leña o carbón), que requieren más mano de obra para operar y mantener.
[3] Las cocinas eléctricas más modernas vienen en una unidad con una función de campanas extractoras y son programables.
En 1897, William Hadaway obtuvo la patente estadounidense nº 574537 para un «horno eléctrico controlado automáticamente».
Este proceso suele ir acompañado de un indicador luminoso para que el usuario pueda seguir los cortes.
El material absorbe el calor y lo distribuye al recipiente o alimento que se va a calentar.
Una tercera tecnología desarrollad por primera vez para las cocinas profesionales, pero que hoy en día también ha entrado en el sector doméstico, es la cocción por inducción.
Este proceso solo calienta, hasta el momento, utensilios ferromagnéticos, directamente a través de la inducción electromagnética.
En muchos países europeos, las cocinas eléctricas se conectan preferentemente a la red eléctrica como «conexión fija» mediante una caja de conexiones para cocinas; en Suiza, en cambio, los cables procedentes del conducto vacío se conectan directamente.
Poseen peligro de quemaduras, ya que las bobinas y las áreas circundantes se calientan mucho durante el uso.
En lo que respecta a precauciones se deben utilizar solo ollas y sartenes de fondo plano para evitar rayar o dañar la superficie.
Los derrammes deben ser limpiados tan pronto como la cocina se enfríe para evitar manchas y daños en la superficie.
Al igual que con otras cocinas eléctricas, el cableado defectuoso puede representar un riesgo.