Claustrofobia

Al ser un miedo a los espacios cerrados, aquellos que la padecen suelen evitar los ascensores, los túneles,[2]​ los aviones, las habitaciones pequeñas, el uso de técnicas de diagnóstico médico como la tomografía axial computarizada o la imagen por resonancia magnética,[3]​ etc. Y es que la persona claustrofóbica no tiene miedo al espacio cerrado en sí mismo, sino a las posibles consecuencias negativas de estar en ese lugar, como quedarse encerrado para siempre o la asfixia por creer que no hay suficiente aire en ese lugar.Como en otras fobias específicas, la respuesta de ansiedad disminuye considerablemente cuando la persona abandona el sitio cerrado.[9]​ La claustrofobia se desarrolla cuando los espacios confinados son psicológicamente sinónimos de peligro inminente.La mayoría de los claustrofóbicos, participantes en un estudio realizado por el psicólogo clínico sueco Lars-Göran Öst,[12]​ informaron que su fobia se había “desarrollado durante el acondicionamiento”.Según Erin Gersley en su libro Fobias: causas y tratamientos, los humanos están genéticamente predispuestos al miedo.[17]​ Esto provoca una fobia preparada, que no es del todo innata, pero se aprende amplia y fácilmente.«No cognitivas» sugiere que estos miedos se adquieren de manera inconsciente.Por lo general, se cree que la claustrofobia tiene un síntoma clave: el miedo a la asfixia,[19]​ En al menos una, sino varias, de las siguientes áreas: habitaciones pequeñas, aparatos de resonancia magnética o tomografía computarizada[3]​ automóviles, autobuses, aviones, trenes, túneles, sótanos, ascensores y cuevas[19]​ Estar encerrado o pensar en estar encerrado en un espacio confinado puede desencadenar temores de no poder respirar adecuadamente y quedarse sin oxígeno.Cuando los niveles de ansiedad comienzan a alcanzar cierto nivel, la persona puede comenzar a experimentar: Otras señales de claustrofobia incluyen: Buscar automática y compulsivamente por las salidas cuando se está en un cuarto o sentirse temeroso si las puertas están cerradas.Un estudio realizado por Stanley Rachman demuestra que la terapia cognitivo-conductual disminuyó el miedo y los pensamientos negativos.[8]​ Estos números no coincidieron del todo con los de la exposición in vivo o la terapia cognitiva-conductual, pero aun así dieron como resultado reducciones significativas.También técnicas de relajación y visualización diseñadas para calmar el miedo cuando se está en un ambiente claustrofóbico.
Claustrofobia de Nina Valetova, pintora ruso - estadounidense de realismo metafísico
Quedarse atrapado en un pequeño agujero es uno de los mayores temores de un claustrofóbico.
La estructura que se muestra en rojo es la amígdala cerebral.