Entre los factores de riesgo se pueden incluir episodios relacionados con intensos niveles de pánico o experimentar eventos estresantes, incluidas las agresiones físicas y sexuales y/o el abuso sexual o físico durante la infancia.
El agorafóbico tiende a evitar situaciones potencialmente ansiógenas, como lo pueden ser salir de casa, usar transportes públicos, ir de compras, comer en restaurantes, entrar al cine, hacer deporte, viajar, estar en lugares públicos o áreas amplias, etc.
Entre un 1% y un 5% de la población española ha desarrollado un episodio psicológico relacionado con la agorafobia durante su vida.
El afectado siente intensas sensaciones fisiológicas que aparecen súbitamente o como venidas de la nada, aumentando gradualmente y apareciendo una tras otra o varias combinaciones a la vez, según la persona entre en un estado emocional agudo.
Dependiendo de la sensación más aguda que se experimente, es el pensamiento que su sistema nervioso autónomo (cerebro) dará; donde frecuentemente aparece el miedo a: Para que suceda un infarto o accidente cardíaco, se necesitan características muy específicas, como: lesiones graves en el corazón o arterias circundantes, exceso de ácidos grasos en la sangre, sobrepeso, vida sedentaria, consumo excesivo de alcohol, tabaco u otras drogas y antecedentes genéticos.
Sin embargo, cuando se está en un ataque de pánico, ocurre todo lo contrario: el corazón late con mayor fuerza y aumenta la presión, con lo cual es muy difícil desmayarse en ese estado.
Como esto no sucede, la luz ambiental es demasiada para las pupilas dilatadas, dando a su vez la peculiaridad de ver esas "lucecitas" vagas.
El sistema nervioso autónomo (cerebro) está diseñado para trabajar a alta intensidad, pero en cortos periodos de tiempo.
Generalmente la persona estimula su miedo inconscientemente, sugestionándose al momento de estar en tal situación, por la que se ve obligado a huir del lugar.
El miedo aumenta al sentir que no se puede tener un control repentino para cortar las emociones y regresar a la normalidad.
En este caso, el pánico sucede cuando la persona se encuentra en un sitio catalogado por ella misma como “seguro” o de “antipánico” y su estímulo disparador es interno.
De pronto y sin previo aviso el cuerpo toma ciertas funciones fisiológicas o cambios corporales vitales que hacen que la persona los malinterprete con pensamientos catastróficos (autovigilancia), produciendo una gran cantidad de ansiedad y al final termina con el ataque.
Al igual que otras fobias, el tratamiento más habitual es de tipo conductual o cognitivo-conductual.
No se debe obligar al paciente a hacerlo por la fuerza o bajo amenaza.
Si se desea ayudar, es mejor estimularlo con ideas positivas, haciéndole ver cuáles serán sus logros y beneficios obtenidos cuando finalice su exposición "in vivo".