También se le conoce como escotofobia, acluofobia, ligofobia, mictofobia o, sencillamente, miedo a la oscuridad.La nictofobia además es un mal erróneamente relacionado con niños, pero según explica J. Adrian Williams en su artículo Indirect Hypnotic Therapy of Nyctophobia: A Case Reports, es muy probable que los niños que hayan sufrido de un miedo a la oscuridad excesivo también puedan desarrollarla cuando sean adultos.Además, en el mismo artículo Williams expone también que puede ser muy perjudicial la nictofobia tanto en adultos, como en personas discapacitadas.[3] El miedo a la oscuridad, o nictofobia es común en la mayoría de los niños y en algunos casos en adultos.[9] «Traducido de en.wikipedia.org, la versión exacta: http://en.wikipedia.org/wiki/fear_of_the_darkness, bajo licencia GFDL y CC-CI 3.0» Hasta cierto punto, el temor a la oscuridad puede ser justificado como reacción natural de los humanos, puesto que no están preparados para ver en la oscuridad y por ello, la especie ha estado en franca desventaja ante depredadores nocturnos.Desde este punto de vista, el miedo a la oscuridad es producto del proceso evolutivo.En cuanto a la parte fisiológica el individuo mostrará temblores, pulsos rápidos, sudores y angustia.[14] De todos modos males como autofobia (miedo a quedarse solo), la bogifobia, la claustrofobia, la coulrofobia, la entomofobia, la escopofobia y muchos otros pueden tener relación.
Niño llorando en total penumbra. Síntoma de Nictofobia.
Abuela consolando a niño. Esto puede dar confianza al infante para que enfrente sus miedos.