También puede deberse a un trauma infantil real que el inconsciente oculta tras la imagen de un monstruo.
Asustar al bogifóbico o burlarse de sus miedos sólo conseguirá que su fobia aumente y que además se sienta incómodo y avergonzado, impidiéndole acudir por ayuda cuando tenga miedo para no recibir una postura negativa.
Es de las fobias más comunes en niños pequeños, sobre todo en los infantes con mucha imaginación, y suele superarse en la adolescencia.
Si la bogifobia perdura después de la preadolescencia, seguramente esté arraigado a un fuerte trauma infantil que será necesario superar con un tratamiento o un acompañamiento terapéutico.
Este temor o miedo comienza a ser perjudicial para el afectado cuando le limita en su vida.