Puede experimentarse en una variedad de situaciones, como bajar escaleras, mirar por un balcón, cruzar puentes, asomarse a la ventana de un edificio, subir a un avión, o practicar deportes extremos, como lo serían la tirolesa, el paracaídas o el parapente.
[1] Muchas personas pueden sentirse ligeramente incómodas cuando están en lugares altos, y esta experiencia no se limita a los seres humanos, ya que otros mamíferos muestran molestia si llegan a cierta altura también.
De hecho, se cree que el miedo a las alturas es innato, en tanto representa el temor a caernos y lastimarnos, no obstante, se vuelve una fobia cuando la ansiedad alcanza niveles intolerables e incontrolables, que perjudican la vida de la persona.
Cuando alguien siente vértigo, se ve alterado su equilibrio y queda condicionado por una sensación de movimiento rotatorio que puede detectarse tanto en el propio organismo como en cualquier objeto que se encuentre a su alrededor.
Asimismo, el terapeuta cognitivo-conductual puede utilizar técnicas como la re-estructuración cognitiva, para modificar o extinguir los pensamientos y creencias relacionadas con el miedo a las alturas.