Cine contemplativo

[2]​ Aunque los términos slow cinema y contemplative cinema empezaron a ser objeto de discusión teórica a partir del siglo XXI para referirse a directores contemporáneos de distintos continentes, como Béla Tarr, Naomi Kawase, Lisandro Alonso, Abbas Kiarostami, Claire Denis o Tsai Ming-liang, suele haber consenso en que el cine contemplativo de las últimas décadas se basa en las innovaciones de autores pioneros en el uso del plano secuencia y del tiempo muerto, como Kenji Mizoguchi, Carl Theodor Dreyer, Miklós Jancsó, Michelangelo Antonioni, Chantal Akerman o Andréi Tarkovski.

[33]​ En una posición intermedia, Emre Çağlayan introdujo un amplio listado de películas contemplativas como apéndice de su tesis doctoral Screening Boredom: The History and Aesthetics of Slow Cinema (2014), tomando como inicio 1975, año del estreno del filme de Chantal Akerman Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles, que representa para él «quizás una inauguración simbólica del cine lento».

[10]​ Filmes como La aventura (1960) y El eclipse (1962) causaron conmoción y controversia por su insistencia en los tiempos muertos de la trama (hasta el punto en que esta parece esfumarse), así como por sus encuadres insólitos que transmiten indirectamente la desazón existencial de sus personajes.

[38]​ Su influencia en realizadores como Tsai Ming-liang, Jia Zhangke o Apitchatpong Weerasethakul ha sido ampliamente analizada en estudios académicos.

Numerosas cineastas actuales, entre ellas Claire Denis y Kelly Reichardt, han manifestado su admiración hacia su cine.

[47]​[48]​ Su película Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975), que en palabras de Richard Brody «pone el tiempo en la pantalla como nunca antes se había visto», sienta las bases de todas las características formales del cine contemplativo a la vez que realiza «una fábula feminista escalofriantemente sardónica».

[49]​ La directora belga continuaría su personal experimentación en cintas como Del este (1993) o No Home Movie (2015).

[56]​ En Oriente Medio, el veterano director Abbas Kiarostami popularizó el cine de Irán entre la crítica occidental con películas minimalistas que entrecruzan realidad y ficción como Close-Up (1990) o A través de los olivos (1994), consideradas obras maestras.

Directores como Aleksandr Sokúrov, Andréi Zvyagintsev (Rusia), Sharunas Bartas (Lituania), Laila Pakalnina (Letonia), Cristi Puiu (Rumanía), Darezhan Omirbayev (Kazajistán) y Serguéi Loznitsa (Ucrania) han plasmado con diferentes enfoques los problemas sociales y existenciales de sus respectivos países tras la caída del bloque comunista.

[62]​ Europa Occidental, por su parte, ha realizado aportaciones enfocadas a trasgredir las convenciones de distintos géneros mediante recursos meditativos: en Francia, Bruno Dumont lo hace con el cine policíaco y Claire Denis con el terror o la ciencia ficción; en España, Albert Serra aborda el cine histórico y José Luis Guerín la docuficción, al igual que el portugués Pedro Costa; los hermanos Dardenne, en Bélgica, llevaron al extremo con Rosetta (1999) los presupuestos del cine social, subgénero también desarrollado en la obra del finlandés Aki Kaurismäki, mientras que la comedia se transfigura en las filmografías del sueco Roy Andersson y del austriaco Ulrich Seidl.

[65]​[nota 1]​ Argentina, por su parte, cuenta con dos directores que causaron un gran impacto con sus primeras películas: Lisandro Alonso con La libertad (2000), que plasma la vida cotidiana de un trabajador rural, y Lucrecia Martel, con La ciénaga (2001), descarnado retrato de una familia burguesa en decadencia.

[68]​ Otros cineastas latinoamericanos de esta corriente son Claudia Llosa (Perú), Ciro Guerra (Colombia) y Paz Encina (Paraguay).

En la lista tuvo una amplia presencia el cine contemplativo, con títulos como Platform (Jia Zhangke, 2000), Armonías de Werckmeister (Béla Tarr, 2000), El arca rusa (Aleksandr Sokúrov, 2002), Uzak (Nuri Bilge Ceylan, 2003), La niña santa (Lucrecia Martel, 2004), Tropical Malady (Apichatpong Weerasethakul, 2004), Batalla en el cielo (Carlos Reygadas, 2005), Juventud en marcha (Pedro Costa, 2006) o 35 Shots of Rum (Claire Denis, 2008).

Mencionó como ejemplo reciente Meek's Cutoff (Kelly Reichardt, 2011) y, aunque terminó elogiando la cinta, su dificultad le resultó tan agotadora que desde entonces tuvo «menos interés en comer mis verduras culturales, por más buenas que sean».

Según Laura Mulvay, esta reivindicación del largometraje de Akerman no solo implica «un triunfo para el cine femenino», sino que «la mayor disposición de los críticos a ver películas difíciles refleja una aceptación más amplia del slow cinema».

[92]​ La asimilación del ritmo cinematográfico varía según estos factores, y la demora narrativa puede ser experimentada como una inmersión hipnótica y disfrutable en el flujo del tiempo a través de la pantalla o, por el contrario, como una vivencia insoportablemente tediosa.

La reacción más habitual de este segundo espectador sería culpar al primero de caer en la trampa del «traje nuevo del emperador»: es decir, someter al filme a una sobreinterpretación para encontrar algo que no está presente en él.

[94]​ Por su parte, el cineasta y teórico Paul Schrader argumentó que en las mejores obras de esta corriente el aburrimiento se utiliza como «una herramienta estética», siendo transformado en una experiencia «mesmerizante» al combinar con meticuloso cálculo la quietud y los eventos en la pantalla.

Schrader considera asimismo que el acto de acudir al cine posee un factor de comunión religiosa, que implica un pacto entre el espectador y la película: «he venido aquí por mi propia voluntad y acepto las reglas».

Erizo en la niebla (1975) del realizador ruso Yuri Norstein es un ejemplo pionero de esta tendencia.

[124]​ Si nos ceñimos a las características descritas en las obras cinematográficas, las posibilidades del tempo lento y la estética contemplativa han sido por lo general poco exploradas en televisión.

[126]​ En el campo del anime destacan producciones como Serial Experiments Lain (Ryūtarō Nakamura, 1998) y Texhnolyze (Hiroshi Hamasaki, 2003), dos series de estética ciberpunk que se caracterizan por utilizar un ritmo pausado y ominoso, complejas elipsis narrativas, tiempos muertos y una ambigüedad psicológica lograda mediante un diseño de personajes que tiende a la inexpresividad.

[127]​[128]​ Asimismo, dentro del género slice of life con elementos fantásticos tanto Mushishi (Hiroshi Nagahama, 2005-2006) como Haibane Renmei (Tomokazu Tokoro, 2002) presentan, entre otros rasgos, una narración inusualmente sosegada.

El húngaro Béla Tarr , uno de los más influyentes directores de cine contemplativo contemporáneo.
Michel Ciment , uno de los primeros críticos que teorizaron sobre esta tendencia del cine contemporáneo.
El cineasta iraní Abbas Kiarostami , autor de clásicos del cine contemplativo como Y la vida continúa (1992).
El cineasta portugués Pedro Costa muestra las vidas de personas marginales, habitantes de barrios devastados por la droga y el abandono institucional.
El largometraje Límite (1931), de Mário Peixoto , contiene todas las características de esta tendencia según algunos críticos.
Mizoguchi , autor de obras maestras como Ugetsu monogatari (1953).
Ozu , maestro del costumbrismo japonés, en 1951.
El director tailandés Apichatpong Weerasethakul , en 2010.
Samira Makhmalbaf , miembro de una importante familia de cineastas iraníes.
El cineasta Ulrich Seidl , autor de corrosivas sátiras contra la sociedad austriaca.
Abderrahmane Sissako , uno de los principales realizadores del cine maliense, recibiendo dos Premios César en 2015.
Logo de la revista británica Sight & Sound en la época de la primera gran polémica sobre el slow cinema (2010).
La realizadora estadounidense Kelly Reichardt , creadora de westerns contemplativos como Meek´s Cutoff (2011) o First Cow (2019).
La obra de culto de Chantal Akerman , que explora durante tres horas y media la inquietante psicología de una ama de casa a través de sus actos cotidianos.
Un fotograma de Nostalgia (1983), de Andréi Tarkovski .
El cineasta filipino Lav Díaz fusiona distintos géneros cinematográficos sin perder su enfoque contemplativo.
Stephen y Timothy Quay , creadores de una amplia filmografía de animación stop-motion con elementos contemplativos.
Logo de Serial Experiments Lain (1998), uno de los animes más vanguardistas a nivel de introspección psicológica y ritmo narrativo.
El malogrado cineasta Hu Bo , director de An Elephant Sitting Still (2018), una de las películas chinas más aclamadas por la crítica internacional.