El poblado argárico se asentó en la cumbre y en las terrazas de la ladera Norte (Ayala Juan 1991,177).
La actividad económica del enclave se basó en la agricultura, caza y recolección además de un posible pastoreo.
Las estructuras domésticas que aparecen dentro del poblado suelen tener dos estancias, una dedicada al almacenaje y habitación, la más alejada al acceso y otra situada a la entrada que fue utilizada como lugar de trabajo, tal y como se deduce de los restos materiales que se han ido localizando en todas ellas durante los trabajos arqueológicos realizados.
Destacando las murallas que, como estructuras defensivas tienen una serie de rasgos particulares, sobre todo en la vertiente norte, la más accesible.
Entre las estructuras de este poblado destacan las torres cuadradas y/o rectangulares sitas en los ángulos del recinto murado.
En cuanto a los ajuares metálicos tan sólo se documentaron un puñal romboidal y una punta de flecha.
Numerosos fragmentos cerámicos neolíticos, calcolíticos, argáricos, romanos y medievales se han documentado en todos sus cortes arqueológicos.
Julianna (nombre que le dio María Manuela Ayala Juan, la directora de la excavación, por su descubridora, Julia campista polaca, y en honor a ella) apareció en el subsuelo del ángulo Noreste de su casa.