[1] La cultura argárica se desarrolló a lo largo del III y II milenios a. C., en una amplia zona del sureste de la península ibérica que corresponde a las actuales provincias de Almería, Murcia, Jaén, Granada, Alicante y Albacete.
La vivienda argárica presenta planta rectangular, cuadrada, absidal, trapezoidal o semicircular.
La cerámica se modelaba a mano y generalmente no presentaba decoración.
Hay varios tipos de tumba: covacha, fosa, cista y urna.
La zona interior, más alejada de la entrada y con forma absidal, es más pequeña y se interpreta como posible lugar de almacenamiento debido a los materiales hallados.
El adobe que formaba la techumbre se quemaba para hacerlo más compacto e impermeable.
Posiblemente las techumbres sobresalían apoyándose en postes de madera creando estrechos porches junto a los muros.
Las casas eran a la vez vivienda, taller y lugar de enterramiento.
En el centro de esta casa se halló un elemento singular formado por un gran hogar semicircular y un banco adosado al muro, que la diferencia del resto.
Esta casa presenta un nuevo muro que se une al muro perimetral probablemente empleado como “paravientos”, a su amparo se podían desarrollar actividades fuera de la casa.
Su interior se compartimenta en dos habitaciones por un tabique: en la parte delantera un espacio abierto destinado a tareas domésticas, y al fondo otra habitación destinada el almacenamiento de alimentos, enseres y útiles de trabajo.
En esta casa se documentaron dos grandes vasijas con bellotas carbonizadas y esparcidas por el suelo.