El territorio es muy llano como buena parte de la Mancha Conquense, comarca a la que pertenece.
Se han hallado vestigios de restos íberos y prerrománicos en el término municipal.
El primer asentamiento en este lugar podría deberse a su buena posición en una intersección cañadas.
El pueblo ocupa una hondonada y se encuentra agua de buena calidad a poca profundidad.
Alfonso VIII reconquista el territorio cuando en 1184 vence en la batalla de Alarcón a los musulmanes.
A mediados del siglo XIX, el lugar tenía contabilizada una población de 874 habitantes.
En su mayoría los podemos encontrar en la zona sur y más distante del municipio.
Utilizaban piedras grandes que se van entrelazando con otras más pequeñas en forma de cuña.
El proceso de construcción de estos cubos resulta curioso, ya que se ponía una guía en el centro que consistía en un palo con una cuerda que se iba enrollando conforme ponían las filas de piedras, dándoles así esa forma tan peculiar.
Prácticamente todos los refugios todavía mantienen el mismo aspecto que en tiempos pasados.