Los días de celebración del carnaval no son estables, es lo que se conoce como una fecha móvil en el calendario.
Pocos años más tarde, en 1876, se elaboraron las primeras Ordenanzas Municipales de Isla Cristina hasta ahora conocidas.
Ello nos permite deducir que por esa época ya se realizaban actividades carnavalescas en el marco del teatro, lo cual supuso un importantísimo ingrediente a la fiesta.
17 - Solo la autoridad y sus dependientes podrán obligar a quitarse la careta a la persona que hubiese cometido alguna falta, no guardándose el decoro correspondiente o causase cualquier disgusto en el público.
18 - Nadie podrá dar bailes públicos ni celebrar espectáculos alguno por retribución o sin ella sin permiso de la autoridad competente.
19 - Todas las funciones que tengan lugar en al teatro serán presididas por la autoridad, la cual cuidará por el orden público.
Los Carnavales de Isla Cristina del siglo XIX, que tan extraños pueden resultar y que tan distintos a los de hoy nos pudieran parecer no se han perdido.
El espíritu y la esencia del primitivo Carnaval se manifiesta en las calles isleñas cada Miércoles de Ceniza en toda su libertad.
Los rostros cubiertos durante la noche (siempre estuvo prohibido), las alusiones eróticas y la desconsideración al decoro y la moralidad han perdurado con el paso del tiempo por encima de todo intento de poner coto, sobre todo durante buena parte del siglo XX.
Entrando en la época de oro del Carnaval isleño, los años 1920 y 1930, tenemos comparsistas y letristas históricos, incluyendo además la banda del maestro Piris, que aún en el siglo XXI es recordada.
La experiencia es satisfactoria y las autoridades locales hacen la vista gorda, por lo cual, en los sucesivos años se empiezan a recuperar algunas costumbres carnavalescas, incluyendo máscaras, maquillaje y hasta grupos que confeccionaban su disfraz a juego.
En cualquier caso, pocos fueron los que no resultaban apresados, pero siempre bajo la misma forma de proceder: una vez en comisaría, entraban por una puerta del calabozo y salían por otra, o bien eran puestos en libertad al anochecer siempre con el oportuno cambio de vestimenta.
El carnaval se celebra durante las dos semanas anteriores al miércoles de ceniza hasta el domingo siguiente, si bien la duración puede variar en función del número de agrupaciones que concursen.
En ese momento se realiza la entrega del premio "Pito de Caña" y se da por iniciado el carnaval del calle cantando en conjunto todas las personas presentes el himno del carnaval "Isla Cristina preciosa" (Coro “Los Cosacos”, 1935), y el popular pasodoble "La higuerita marinera"[12] (Comparsa "La higuerita marinera", 1982).
El concurso en sus diferentes etapas generan amplio interés en los medios de comunicación provinciales con un amplio seguimiento en prensa, TV y radio, cobrando especial interés la retransmisión de la final que a partir de los años 90 ha sido emitida en directo en TV, inicialmente teleonuba, y en la actualidad CanalCosta[13]y WihuTv que lo retransmite para toda España,[14] así como medios locales (TVI) y radios.
[21] En la modalidad de comparsas los directores que acumulan mayor número de primeros premios son: Francisco David Sosa López "Fran Sosa" (12), Wenceslao Río Mora "Uve Ríos" (9 + 1 cuando había no había categoría comparsa), Juan Carlos Casado Carillo "El Pintao" (7) y José María Rivero Lagarejo (7).
El carnaval no siempre ha gozado de la fama actual, durante muchos años estuvo prohibido, sobre todo durante la dictadura, aunque gracias al espíritu isleño se siguió celebrando a pesar de tener que pasar por calabozo todo aquel que era visto disfrazado.
La técnica consistía en ser apresado por la autoridad local, tomar los datos, entrar por la puerta delantera del calabozo y salir por la trasera, de forma que el festejo continuaba y la autoridad cumplía con su cometido, "aunque no fuera muy cuidadosa con el cumplimiento íntegro de la pena".
La época era mala y la vida difícil, los ingresos no llegaban a cubrir las más perentorias necesidades.
Manolillo Flores corrió por las calles arenosas de la Isla y... llevado del entusiasmo que le ocasionaba el paso y los gritos de las máscaras, ni corto ni perezoso, se acercó al primer tienducho que vio a mano y compró una careta con el real que le había dado su madre.
No recuerdo que este paseo tuviera antiguamente otro cometido más trascendental fuera de las carnestolendas".
La profunda transformación económica, social y cultural que experimentó Isla Cristina desde los primeros años del siglo XX también tendría gran repercusión sobre el Carnaval, lográndose niveles artísticos y musicales insospechados.
Las altas cotas de calidad alcanzadas en las manifestaciones carnavalescas de este siglo dejaron en la sombra a las ancestrales celebraciones; sin embargo, no son pocos, como se ha visto, los testimonios documentales y personales que nos recuerdan una época en la que los Carnavales isleños también tuvieron importancia.
Además, las agrupaciones de Isla Cristina no lo son únicamente durante el carnaval.