Capitalismo como religión

No obstante, hoy ya es posible reconocer tres rasgos de esa estructura religiosa del Capitalismo:

a) En primer lugar el Capitalismo es una religión puramente de culto, quizá la más cúltica que ha existido nunca.

No tiene una teología dogmática específica: en él todo cobra significado sólo a través de una referencia inmediata al culto.

b) Un segundo rasgo del Capitalismo relacionado también con esa concreción cultural, es la duración permanente del culto: el capitalismo es como la celebración de un culto “sans trêve et sans merci” (sin tregua y sin piedad).

A partir de aquí, este sistema religioso se ubica en la explosión de un movimiento monstruoso: una terrible conciencia de culpa/deuda (Schuld en alemán significa a la vez culpa y deuda) que no sabe liberarse, echa mano del culto no para expiar la culpa sino para hacerla universal, para grabarse en nuestra conciencia y, por último y ante todo, inmiscuir al mismo Dios en esa culpa para acabar interesándole en la expiación.

La forma del pensamiento religioso capitalista se encuentra (también) magníficamente expresada en la filosofía de Nietzsche.

La idea del superhombre empuja el salto apocalíptico no hacia la conversión, la expiación, purificación o penitencia, sino hacia un crecimiento constante que en sus últimos tramos se vuelve explosivo y discontinuo.

Situación espiritual (no material) sin salida que (deviene) en pobreza, vagabundeo, mendicidad, monacato de la vagancia.

El teórico político, médico y periodista Paul Lafargue (1842-1911) señaló en contestación a un lector, hacia 1880, que el ataque a los banqueros Rothschild por los socialistas no es por odio de raza ni nacionalidad sino porque personifica las finanzas modernas y añade que: los capitalistas, semitas o arios, católicos, protestantes o librepensadores, bonapartistas o radicales, sólo adoran a un dios, el capital.

Benjamin, según Löwy, va más allá de Weber: no sólo el capitalismo tiene orígenes religiosos, es una religión en sí misma, un culto o adoración incesante que dirige al mundo humano, sin tregua ni gracia (sans merci), a la Casa de la Desesperación (Haus der Verzweiflung).

En esta situación nuestra sociedad, en teoría laica, estaría sirviendo a la más oscura e irracional de las religiones, el capitalismo.

La tradición judeocristiana recoge con claridad las medidas bíblicas sobre el interés y caducidad de las deudas —jubileo—.

Se trataba de un juicio moral y económico al mismo tiempo.

Para keynes los errores más llamativos de la sociedad económica en que vivimos son su fracaso en tomar las medidas necesarias para el pleno empleo y su reparto arbitrario e injusto de la riqueza y los ingresos.

El filósofo Byung-Chul Han[20]​ es contrario a la tesis principal del artículo de Benjamin ―el capitalismo es una religión―, ya que según este autor una religión que no incluye el perdón, la expiación y la liberación no es una religión y el capitalismo y su expresión neoliberal no incluyen el perdón y por tanto la cancelación de la deuda, el desendeudamiento o condonación: Deleuze y Guattari, este último a través de la lectura de Nietzsche, han tratado la relación acreedor-deudor y la importancia de la deuda/crédito en la relación social de desigualdad que establece una 'moralidad' que se le exige al deudor socialmente.

[22]​ Maurizio Lazzarato desarrolla la idea del 'hombre endeudado' como hito de la sociedad actual.

Para Graeber el capitalismo se sostiene en un aparato militar que es deuda y es la que aún permite actualmente a Estados Unidos, a pesar de poseer la deuda más grande y que no pagará, robar recursos financieros al resto de países del mundo y someterlos militarmente.

Los mercados siempre han existido, pero no así el capitalismo que antepone el dinero al ser humano y que parece haber escapado al control histórico de los Estados:[26]​

Pirámide del Sistema Capitalista : en la cúspide el dinero (Póster de 1911 de Industrial Workers of the World )