En sus orígenes cada monasterio era autónomo, pero a mediados del siglo XI se fueron constituyendo en diversas congregaciones.
[2] El hábito característico de los canónigos regulares es el roquete, que a veces es sustituido por una estola puesta en los hombros.
Habitualmente, llevan hábito blanco y sobretúnica negra, o sotana como los clérigos seculares.
[4] La confederación está dirigida para un abad primado elegido cada siete años por representantes de todas las congregaciones.
[5] Todas las congregaciones que forman la confederación siguen la Regla de san Agustín.