Camilo Egas

Camilo Egas (Quito, Ecuador, 1889 - Nueva York, Estados Unidos, 1962) fue un pintor ecuatoriano conocido por su arte moderno.

Sus padres fueron Camilo Egas Caldas, quien era profesor, y María Zoila Silva Larrea, que se dedicaba a las labores domésticas[3]​ Comenzó su educación primaria en 1895 en la escuela El Cebollar de Los Hermanos Cristianos.

Desde temprana edad mostró un talento natural para las artes, pasando su tiempo libre dibujando en los diarios de su padre.

En 1912 el gobierno ecuatoriano suspende la beca otorgada y en 1914, antes de la Primera guerra mundial, regresa al Ecuador.

[4]​ En el año 1926, Egas regresó de nuevo a Ecuador y desempeñó un papel fundamental en la formación del Movimiento Indigenista.

Otros artistas indigenistas fueron Diógenes Paredes, Bolívar Mena Franco, Pedro León, Eduardo Kingman y Oswaldo Guayasamín.

La temática indigenista vista en su obra estaba relacionada con el auge del socialismo y la constitución de partidos marxistas en América Latina.

El novelista ecuatoriano Pablo Palacio publicó su importante cuento "Un hombre muerto a puntapiés" en la revista Hélice en 1926.

También desarrolló consecutivamente el concepto del Indigenismo durante los siguientes 20 años, añadiendo varios cambios de estilo y significado social en dos fases.

Sin embargo, estas nuevas empresas artísticas no suscitaron suficiente atención ni apoyo local, por lo que Egas decidió poner fin a sus dos proyectos.

Estados Unidos, inmerso en la redefinición de su identidad nacional, se centró en representar la realidad y la disparidad entre las clases sociales.

El público ecuatoriano percibió el mural como una representación inaceptable de su identidad nacional al retratar a su país como un estado indígena empobrecido.

[7]​ Desde 1927 hasta el final de su vida, Egas residió en Nueva York, pero ocasionalmente vivió en España e Italia, y realizó numerosos viajes a Ecuador.

El realismo social ya no tenía el mismo significado que antes, y el cambio de sus esfuerzos hacia el surrealismo fue una respuesta al pensamiento existencialista.

Como señala Mantilla, a través del surrealismo, Egas tal vez sintió que podía expresar su conciencia y su agitación interior.

Sin embargo, le acarreó críticas, por ejemplo de Alvin Saunders Johnson, por traicionar su integridad cultural.

Egas insistía en que el arte significaba ser fiel a uno mismo, y un reflejo de la propia vida.

[8]​ Enseñó y dirigió el departamento de arte hasta su muerte en 1962, el mismo año en que la escuela le concedió el doctorado honoris causa en Bellas Artes.

La casa donde está ubicado el museo data del siglo XVIII durante la Real Audiencia de Quito.

Día laborable (1932), óleo sobre lienzo. MuNa , Quito .
Trabajadores sin hogar , pintado en 1933.