La congregación, aprobada por la Santa Sede en 1749,[cita requerida] incluye sacerdotes y hermanos consagrados.
Los redentoristas están dedicados especialmente a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y fueron designados por el papa Pío IX en 1865 como custodios y misioneros de esa advocación, que se encuentra en la iglesia de San Alfonso del Esquilino en Roma.
Fundó la Congregación del Santísimo Redentor, con la finalidad de anunciarles el Evangelio que libera, promociona y dignifica la vida: «Me envió a anunciar la Buena Nueva a los pobres» (Lucas 4,18).
[cita requerida] La Congregación fundada por san Alfonso María usa las siglas CSsR, que son las iniciales de su nombre en latín: Congregatio Sanctissimi Redemptoris.
Esta religiosa afirmaba haber tenido una revelación sobre la fundación de un nuevo instituto.
Por entonces Alfonso no la fue a ver, ya que el P. Pagano le había prohibido mezclarse en esos asuntos.
Pasa julio y agosto en Nápoles, con sus ocupaciones habituales (40 horas, Capillas del Atardecer, la iglesia de los Chinos).
[cita requerida] Vuelve en septiembre a Scala para la novena del Cristo en la Catedral y los ejercicios espirituales para las monjas.
María Celeste, según cuenta el biógrafo Tannoia, tiene una nueva visión en octubre de 1731, dónde ve una nueva congregación de sacerdotes empeñada en socorrer a las almas abandonadas en aldeas y caseríos y, entre ellos, a Alfonso que los conducía.
Sin embargo, Alfonso prefiere ceñirse al consejo de su director espiritual, el padre Pagano.
Caione, testigo especial por su competencia como doctor en derecho e historiador, cuenta lo que escuchó directamente de Alfonso.
[cita requerida] María Celeste adjudica a monseñor Falcoia la inspiración principal en la fundación del Instituto, y dice que cuando le comunicó a Alfonso su revelación Alfonso se alegró mucho.
[cita requerida] Esta inquietud lo hace orar y reflexionar, pidiendo oración a mucha gente.
Sólo más adelante, cuando sea necesario, hará valer su papel como jefe y portador de la experiencia fundadora del grupo.
[cita requerida] Al volver a Nápoles, Alfonso inicia un duro discernimiento, se siente incapaz de algo tan grande.
Toma entonces la decisión de dejar Nápoles para vivir entre los pobres y abandonados del campo.
Alfonso se defiende: “no me guio por visiones sino por el evangelio”.
En Cuaresma Alfonso misiona en la Capital y en mayo en Caiazzo, donde el obispo le pide una fundación de una casa del nuevo instituto (se hará en 1734).
Mannarini es expulsado del Colegio de los Chinos y Alfonso también se va, aunque sigue sirviendo en la Iglesia.
Fiorillo y Pagano le mandan ponerse bajo la dirección espiritual de Falcoia.
Ahí se encuentra con su padre, que al enterarse de su próxima partida lo quiere retener.
En Scala lo esperan monseñor Falcoia, Vicente Mannarini, Juan Bautista Di Donato, Silvestre Tósquez y Pedro Romano.
[cita requerida] Con misiones y ejercicios espirituales, San Alfonso y sus compañeros, San Gerardo Mayela entre otros, se esforzaron por responder a las necesidades espirituales de los habitantes del campo.
Más adelante, los pobladores de la comunidad invitaron a los padres a visitar el barrio adyacente al Cementerio del Sur, que poseía un terreno baldío, que según algunos debería ser una plaza, y según otros era un terreno para una iglesia.
José McDevitt C.Ss.R recuerda haber celebrado misa bajo una planta de mango en el Cementerio del Sur.
Ese mismo año se decidió celebrar la misa dominical en el barrio.
No se podía pensar en construir ya que la iglesia, la casa de los Padres y la Esc. Bás.
Aníbal Maricevich, se bendice la nueva iglesia pasando así a la categoría de parroquia.
César Báez C.Ss.R y desde el año 1968, la Vicaría está unida a la Parroquia del Santísimo Redentor.
Todos pertenecían a la Congregación del Santísimo Redentor y fueron asesinados durante la guerra civil española en Madrid.