Breeching era la denominación en inglés para la ocasión cuando un niño pequeño era vestido por primera vez con calzones (breeches) o pantalones.
El fenómeno se impuso a principios del siglo XVI, antes no había sido necesario porque no se daba tal transición ya que los hombres adultos llevaban túnicas cortas y largas y calzas.
En el siglo XIX, cuando la infancia se volvió sentimental, la diferencia de atuendo en los niños más pequeños se redujo; el cabello continuó siendo la mejor guía para distinguir los géneros, pero algunas madres eran evidentemente incapaces de resistirse a dejárselo largo también a sus vástagos varones.
A veces un tupé o un rizo grande emergen bajo la gorra de un niño.
Los niños de la nobleza todavía con vestidos son a veces vistos llevando pequeñas espadas o dagas en un cinturón.
También llama al vestido "cota"; cota era un término en francés e inglés, que se remonta a la Edad Media, para los vestidos masculinos o túnicas largas y parece que se mantuvo en uso para la ropa de los varones más pequeños para preservar alguna distinción de género.
Estos dieron la primera alternativa real a los vestidos, y se pusieron de moda en toda Europa.
Desde mediados del siglo XIX, tras el breeching los pequeños adoptaban normalmente el pantalón corto, nuevamente porque estos se adaptaban mejor al continuo crecimiento, y eran más baratos.
En Inglaterra y algunos otros países, muchos uniformes escolares todavía mantienen el pantalón corto para los niños hasta los nueve o diez años.
Al igual que sucedía con las niñas y sus vestidos, el cambio del pantalón corto al largo hacia los trece, catorce años se convirtió en una especie de rito de paso que marcaba la entrada en la vida adulta.
Aunque algunas familias acomodadas especialmente conservadoras y tradicionales todavía mantenían el vestido para sus hijos más pequeños y la fiesta del breeching al cambiar a los pantalones cortos en los primeros años del siglo XX, tras la Primera Guerra Mundial este tipo de prenda infantil masculina desapareció definitivamente.