Se la conoce principalmente gracias a la obra Agrícola, una biografía escrita por el yerno del gobernador, Tácito.
Actualmente no hay claridad sobre el lugar donde se produjo pero sí que la batalla terminó con una completa victoria de las fuerzas imperiales.
[8] Después de esto, Agrícola pasó el invierno organizando su administración para solucionar los problemas que habían causado los levantamientos.
[18] En el 81 Agrícola cruzó Clyde[19] y decidió que debía someter a los novantae antes de avanzar más al norte, venciéndolos en varias batallas.
[23] Obviamente, su intención era asegurarse que podría mantener comunicaciones con los fuertes septentrionales en invierno por vía marítima cuando las rutas terrestres quedaran bloqueadas.
[36] Ahí se encontraban los caledonios, quienes habían formado una importante alianza y convocado a los guerreros de todas las tribus.
[37] A la cabeza de estos nativos estaba Calgaco, quien les decía que[32] sin tener donde huir[38] porque vivían en los confines del mundo[39] estaban luchando para defender su libertad frente a la esclavitud que representaba una Roma[40] deseosa de guerra, esclavos y saqueo.
[44] Arengar a las tropas por parte de sus comandantes es algo muy frecuente en las fuentes antiguas, un elemento que buscaba hacer más épico el relato.
En retaguardia estaban los legionarios, junto enfrente del castra (campamento militar), esperando actuar como reserva si los auxiliares eran vencidos.
Algunos contingentes completos de nativos huyeron ante unos pocos romanos, mientras que los más valientes se mantenían resistiendo hasta la muerte.
[70] Domiciano había conseguido una victoria “fingida” ante los germanos y aunque públicamente felicitaba a su general, en privado recelaba de su éxito[71] y temía que en su gloria, Agrícola intentase suplantarlo,[72] pero no podía actuar directamente contra un gobernador tan popular, ya que el apoyo de los militares al emperador era cada vez más exiguo.
En torno al año 141 las fuerzas romanas en el norte de la isla apenas alcanzaban 16 500 hombres (una legión, la II Augusta y sus tropas auxiliares).
[77] Finalmente, entre 208 y 211, el emperador Septimio Severo luchó con una poderosa fuerza de 40 000 soldados contra las guerrillas pictas sin lograr ningún gran éxito y sufriendo altísimas bajas,[n 1] (Dión Casio afirma que perdió 50 000 hombres,[78] cifra seguramente exagerada).
Tras este fracaso la frontera se situó definitivamente en el Muro de Adriano hasta su abandono a fines del siglo IV.