[2] La batalla tuvo lugar en las montañas de la cordillera ubicada entre las ciudades persas de Susa (la capital oficial del imperio aqueménida) y Persépolis (la capital ceremonial del imperio aqueménida).
Inmediatamente después de esta batalla la capital espiritual del imperio, Babilonia, se rindió y se sometió voluntariamente a Alejandro a pesar de que hubiera podido resistir un asedio indefinidamente.
[7] Cuando los persas se retiraron y los griegos se convirtieron en los nuevos amos, los uxianos al principio decidieron someterse a los griegos, pero luego determinaron que los griegos debían ser tratados igual que los persas y, por lo tanto, debían pagar la misma tarifa que los persas tras lo cual enviaron una embajada a Alejandro explicándole este sistema y sus demandas;[3] Alejandro aparentemente accedió a las demandas de los uxianos y les indicó que los vería en un lugar específico en una fecha específica.
[10][2] El día acordado, los uxianos se plantaron en un desfiladero ubicado sobre el camino principal en el paso de montaña más grande y más usado de su territorio, pero Alejandro había preparado una trampa: ese día seleccionó a un grupo de 1000 hipaspistas (soldados de élite que servían de guardaespaldas reales) y 8000 soldados de infantería regular (9000 en total) y primero exploro la posición que habían ocupado los uxianos y determino cual sería su ruta más probable en caso de retirada, tras lo cual envió a su general Crátero con un pequeño contingente a esconderse a los lados de este camino para emboscar a los uxianos cuando huyeran;[11][12] tras esto, Alejandro dividió a sus 9000 hombres en dos grupos, el pequeño contingente liderado por Crátero ya mencionado, y los demás liderados por Alejandro que avanzaron durante la noche por un camino secundario ubicado al norte del camino principal, un camino que era poco conocido pero que los habitantes de Susa le mostraron a Alejandro; por este camino Alejandro y su contingente llegó a la aldea donde vivían los uxianos y la saquearon además de masacrar a todos los habitantes que encontraron, la mayoría de los cuales estaban dormidos.
[2] Los uxianos llegaron a un acuerdo con Alejandro mediante el cual los griegos no solo no pagarían tributo a los uxianos sino que estas últimos deberían pagar tributo a los griegos; este tributo consistiría de 100 caballos, 500 reses y 30.000 ovejas al año[2] (las ovejas eran el principal activo producido por los uxianos[3]).