Batalla de Vercelas

[8]​ En 113 a. C. cruzaron el Danubio e invadieron Nórica, derrotando a los romanos, boyos y escordiscos en Noreya.[19]​ Entre tanto, los germánicos volvieron a la Galia y decidieron invadir Italia con apoyo de los celtas tigurinos.[21]​ Enterado de los planes enemigos, Mario decidió acabar con los teutones mientras su colega consular, Quinto Lutacio Cátulo, hacia lo propio con los cimbrios.Además, no tenían claros sus objetivos salvo encontrar un nuevo hogar lo más al sur posible.[30]​ El procónsul se defendió fortificando las dos orillas del río Adigio y con un puente para comunicar ambas partes.[33]​ El cónsul, entendiendo que sus hombres eran incapaces de presentar batalla en esos momentos, autorizó la retirada.[41]​ Entendiendo la ironía, los embajadores prometieron venganza y Mario les dijo: «Pues están presentes y no sería razón partieseis de aquí sin haber saludado a vuestros hermanos», e hizo traer encadenados a los jefes teutones.[42]​ Poco después, según la tradición que seguían cuando podían,[43]​ una comitiva con el rey cimbrio Boiorix preguntó cuándo y dónde los romanos deseaban luchar y el cónsul dijo que en tres días más en la llanura; los germánicos estuvieron de acuerdo.[7]​[6]​ Se desconoce el tamaño de la horda germánica, pero debió ser grande, aunque los historiadores romanos tienden a exagerar el tamaño de los ejércitos enemigos, por ejemplo, Plutarco señala que todas las tribus migrantes sumaban 300 000 guerreros.[49]​ El historiador austriaco Karl Völkl creía que los cimbrios se debieron dividir en unas 33 unidades diferentes, con mil guerreros cada una en promedio.[50]​ La estimación más baja la da Giorgio Garbolino Boot, quien cree que los cimbrios solo serían 10 000 guerreros acompañados por treinta a cuarenta millares de no combatientes.Phillip Kildahl cree que el ejército combinado de ambos cónsules sumaba 10 u 11 legiones, equivalentes a 50 000 hombres,[3]​ número defendido por otros estudiosos.[57]​ No atacó de frente, sino que intentó flanquear el ala izquierda romana para atraparla entre ellos y su infantería.[59]​ Cuando la masa de infantería germánica chocó con su contraparte romana, Mario y Cátulo hicieron plegarias a los dioses diciendo: «Mía es la victoria».[61]​ Mientras los invasores atacaban a Cátulo, una tormenta de polvo fue llevada por el viento sobre ellos justo cuando Mario lideraba la ofensiva.[66]​ La caballería cimbria fue empujada contra sus propios hombres y la línea de infantería empezó a quebrarse al comprobar la superior posición que escogieron los romanos.[67]​ Llegaron a sus carromatos, donde los asesinaron sus mujeres vestidas de negro,[68]​ algunos hombres se lanzaron contra los cuernos del ganado para morir.Cruzaron los montes por el paso Lugdunum pero después tuvieron que enfrentar a los alóbroges y sécuanos.[87]​[83]​ Mario incrementó todavía más su popularidad cuando otorgó la ciudadanía a todos los aliados itálicos que lucharon en la batalla.[93]​ Roma ya no tenía un ejército nacional, ahora surgían milicias privadas guiadas por caudillos capaces de pagarlas, organizarlas y mandarlas.
Las migraciones de los cimbrios y teutones.
Mario, vencedor de los cimbrios , Francesco Saverio Altamura , 1863.
Alexandre-Gabriel Decamps , La derrota de los cimbrios , 1833.