En su marcha desde Oriente, Arsenio Martínez Campos, figura clave dentro del sistema colonial español en la Isla, comprendió que el avance del Ejército Libertador era inminente y en un desesperado intento por detener el empuje insurrecto, concentró gran cantidad de tropas en la zona de Cruces.
Los insurrectos mambises contaban además con la topografía del terreno, “un regalo de la naturaleza para hacer más perfecta la victoria”.
Eugenio Sánchez Agramonte, presente en esta acción, expresó: “partieron como un rayo 250 jinetes con el machete en alto, las riendas semisueltas, sostenidas por la mano izquierda, que a la vez se agarraba de las crines siguiendo como un torbellino al invicto General Gómez, que clavado y tieso en su montura, más parecía un centauro que un ser humano...” José Miró Argenter, quien fue testigo de aquella heroica epopeya, apuntó: "Firme aún, la infantería española, rodilla en tierra, resistió con un fuego mortífero y las puntas de las bayonetas, para que nadie pasara.
Aquí han caído dos secciones completas con sus oficiales que los mandaban, más allá, grupos de infantes y jinetes mezclados en confusión, ruedan al filo del sable cubano", añadió.
Las fuerzas independentistas solo reportaron cuatro muertos e igual cantidad de heridos.