Inchiquinn salió de la ciudad para recuperar el castillo y poco después se inició la batalla.
La infantería irlandesa carecía del entrenamiento y la disciplina para resistir una carga de caballería y huyó en cuanto fue atacada, lo que significó la derrota de los rebeldes.
La desigual proporción de mosquetes también influyó en el resultado final, con 1500 armas inglesas frente a 500.
Unos 600 soldados confederados resultaron muertos, incluyendo un importante número de oficiales como Stephenson.
La batalla significó que Cork sería un baluarte británico y protestante durante el resto de la guerra.