[3] Una insurrección en Kabul obligó al entonces comandante, el mayor general William Elphinstone, a replegarse hacia la guarnición británica en Jalalabad.
[3] Al comienzo del conflicto, las fuerzas británicas y de la Compañía de las Indias Orientales habían derrotado a las fuerzas del emir afgano Dost Mohammed Khan y en 1839 ocuparon Kabul, restaurando al anterior gobernante, Shuja Shah Durrani, como emir.
El ejército al mando del general Sir Willoughby Cotton con Macnaghten como su principal asesor, consistía en 9.500 soldados, 7.000 aliados afganos y acompañados por 38 mil seguidores del campamento (artesanos, camilleros, cocineros, sirvientes, peluqueros, sastres, armeros, camelleros, etc. además de las familias de los soldados indios y británicos).
Akbar Khan, reunió nuevos adeptos entre los miembros de las tribus en las áreas rurales, donde la influencia británica fue leve.
Pronto comenzó una guerra de guerrillas, que mantuvo a las fuerzas británicas permanentemente en movimiento.
Una vez que los sobornos terminaron, no había más razón para permanecer bajo el yugo de los invasores británicos.
Elphinstone no tomó ninguna medida en respuesta al incidente, lo que alentó aún más la revuelta.
Los heridos fueron dejados atrás porque Akbar Khan garantizó su seguridad, pero en cuanto los últimos soldados se alejaron fueron masacrados.
La columna solo avanzó otros 16 kilómetros cuando algunos cientos de soldados desertaron e intentaron volver a Kabul pero todos fueron masacrados.
Elphinstone dejó de dar órdenes e iba silenciosamente sentado en su caballo.
Sus hombres se hallaban constantemente marchando por el fondo de desfiladeros estrechos a 20 grados bajo cero mientras que desde las montañas eran constantemente hostigados por los afganos (armados con armas de fuego, espadas, cuchillos, flechas o piedras lanzadas desde arriba) sobre todo en la retaguardia.
[14] En la tarde del 11 de enero las mujeres inglesas aceptaron ser tomadas prisioneras prometiendo que podrían pedir rescate por ellas, mientras que los sirvientes indios y las esposas de los cipayos fueron masacradas por no valer ningún rescate.
Solo unos pocos soldados del 44.º regimiento lograron romper el bloqueo, el resto murieron en los combates, llegando los cerca de cuarenta sobrevivientes al pueblo de Gandamak donde fueron emboscados y rodeados.
[15] En cuanto a una docena de jinetes que también escaparon, fueron cazados hasta que solo quedó uno vivo, William Brydon, aunque posteriormente se informó que algunos cipayos lograron también escapar, Brydon llegó a Jalalabad herido en la cabeza por una espada cuyo golpe fue amortiguado porque en su sombrero llevaba un pequeño libro, un pastor afgano le dio refugio durante la batalla y le cedió su caballo que también fue herido y terminó por caer muerto en cuanto pasó la puerta de la ciudad.
Elphinstone fracasó por completo en guiar a sus soldados, pero fatalmente ejerció también la autoridad suficiente para evitar que cualquiera de sus oficiales mandara en su lugar.
[1] Los historiadores siguen debatiendo si Akbar Khan ordenó la masacre o simplemente no pudo evitarla.
[16] En cualquier caso, la reacción británica a tal atrocidad debe haber sido clara para él.
Murió a finales de 1845, posiblemente envenenado por su padre Dost Mohammad, que puede haber temido sus ambiciones.
Shuja Shah fue asesinado en abril de 1842 y su hijo, el nuevo emir, fue depuesto en cuanto los británicos se retiraron, Dost Mohammed rápidamente restableció su autoridad.