Está compuesto por 20 pirámides truncas que alcanzan alturas superiores a los 30 m y se complementan con grandes plataformas.
El nombre alude a la gran cantidad de piedras planas y redondas (batanes) halladas en la zona, instrumentos que en la época prehispánica se usaban para moler los minerales.
[3] Batán Grande fue un yacimiento intensamente depredado por los huaqueros desde la época colonial, ya que sus tumbas reales guardaban tentadores utensilios de oro y plata.
Descubrió también pinturas murales como aquella que representa a un arco iris rematado por cabezas de felino.
En Batán Grande se hallan unas 20 pirámides truncas, superiores a los 30 m de altura, probablemente construidas entre los siglos VIII y XII de nuestra era, que habrían funcionado como templos, viviendas, cementerios y talleres artesanales.
En torno a ellos, se hallan necrópolis con tumbas subterráneas, de adobes enlucidos con barro.
Este personaje habría sido nieto o sobrino del Señor de Sicán.
Rescatado gracias a los esfuerzos del sabio Julio C. Tello (1937), el tumi permaneció varios años en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia, hasta que en 1988 fue robado y fundido para ser vendido al peso, junto con otros objetos similares.
No se trataba de una ciudad en el sentido occidental del término, pues allí vivían pocas personas.
Batán Grande fue posiblemente el mayor centro productivo de orfebrería del Antiguo Perú.
Por los indicios arqueológicos, se sabe que entre 1050 y 1100 d. C. Batán Grande fue incendiada, pero solo sus construcciones principales.