Hasta 1515, en que se datan los primeros testimonios documentales de su vida y obra, nada se conoce sino las noticias que proporciona su testamento, en que se declara burgalés e hidalgo y descubre la existencia en esa ciudad castellana de una hermana llamada Marina, dejando algunas mandas para Burgos.
Se le han atribuido influencias de Siloé y Domenico Fancelli (por su estancia en Italia)[1] En 1515, establece su taller en Barcelona, acompañándole tres auxiliares italianos marmolistas, venidos con él: Simón de Bellalana, Victorio Cogono y Juan Florentino.
El embellecimiento del coro se proyecta con vistas al Capítulo del Toisón que había de presidir Carlos I en marzo de 1519 en la catedral.
En el retablo le pertenece un excelente relieve representando la Adoración de los Magos, con una delicada composición piramidal, que recuerda a Leonardo da Vinci, muy equilibrada, y una perfectísima técnica, casi pictórica.
No debía ser esta la única obra en la etapa napolitana del artista: se le atribuyen los monumentos funerarios de Galeazzo Pandone, en San Domenico Maggiore, y el de Andrea Bonifacio Cicaro, en San Severino y Sosio.
En esta estancia -no muy prolongada, pues dura solo hasta el otoño de dicho año, en que parte para Carrara- trabaja en la obra marmórea del trascoro de la catedral barcelonesa, hasta que en 1562 es completada por Pedro Villar.