En octubre de 1936, el gobierno republicano procedió a reorganizar sus fuerzas armadas sobre la base de las unidades y cuadros militares que habían permanecido leales, al tiempo que refundía las milicias en unidades regulares del nuevo ejército.
La Armada Republicana estuvo obligada a operar con base en Málaga y Cartagena sin poder repostar en Gibraltar o Tánger ni impedir el puente aéreo que permitió el desplazamiento de las unidades sublevadas del Ejército de África a la península.
El gobierno del País Vasco buscaba mantener su autonomía tanto política como militarmente al principio de la guerra.
Dado el terreno de Euskadi se decidió crear una guerrilla formada a base de batallones integrados en su gran mayoría por militantes nacionalistas vascos, lo cual sería el comienzo del Eusko Gudarostea (ejército vasco en euskera).
México mantenía buenas relaciones con la república española al inicio del conflicto; es por ello que el presidente Lázaro Cárdenas asegura que está totalmente solidarizado con el gobierno socialista español ante la deslealtad del ejército.
El gobierno de Cárdenas, al contrario que los demás países, no firmó el Comité de No Intervención Internacional, y por tanto, fue el único país que dio ayuda oficialmente en la guerra civil española.