Aurora Bertrana vivió la infancia en su ciudad natal, Gerona, en el seno de una familia bilingüe, ya que con su padre hablaba en catalán, pero con su madre, Nieves Salazar, en español.
Desde niña se sintió atraída por la escritura y a los seis años escribió su primer poema.
Desde entonces la literatura se convirtió en su pasión personal[1] pero su padre, el escritor Prudenci Bertrana, veía con reticencia esas inclinaciones[2] y la encaminó a estudiar música, con el mejor profesor de chelo de la provincia: Tomás Sobrequés.
[2] Sentirse incomprendida y las dificultades económicas sumaron para que abandonara los estudios de música.
Optó por el matrimonio y por abandonar la vida de "jazzbandista", explicó la propia Aurora, en memoria de sus antepasados para hacer "la vida que el sentido común aconsejaba" y dedicarse por fin a la literatura.
[5] Desde allí escribió reportajes para la revista D'Ací i d'Allà apoyada por su mentor literario Lluís Nicolau d'Olwer, al que conoció en Ginebra y con quien mantenía una buena amistad.
"Me interesa especialmente los harenes donde las mujeres viven una existencia de pareja y esclavitud", explicó.
En sus obras fue muy crítica con la prepotencia occidental hacia las culturas autóctonas y con la acción de todos los colonizadores: mercaderes, empresarios, políticos, curas.
En 1935 publicó L'illa perduda (La isla perdida) una novela escrita con su padre que simbolizó la reconciliación entre el Prudenci Bertrana escritor y su hija.
Cuando Aurora regresó a Barcelona padre e hija decidieron desarrollar el proyecto.
[2] A su regreso a Cataluña en 1930 Aurora Bertrana continuó escribiendo novelas, dando conferencias y colaborando en publicaciones de la época desarrollando una importante actividad en la Barcelona de la Segunda República (1931-1939) que la llevó a diversos itinerarios donde confluyó con otras escritoras de la misma generación como Carmen Montoriol, Teresa Vernet o Anna Murià.
El proyecto fue fundado con el "Manifiesto de las mujeres" firmado por Aurora Bertrana, María Pi, Enriqueta Sèculi, Anna Miret, Carme Cortès, Mercè Ros, Montserrat Graner, Isolina Viladot, Leonor Serrano, Maria Carratalà, Josefina Bayona y Amanda Llebot.
[3] Cuando estalló la guerra civil Aurora siguió participando en la vida pública y en los círculos literarios en defensa de la República.
En 1936 escribió entre otros medios en Companya (Compañera), revista femenina del PSUC dirigida por Elisa Uriz, donde también colaboraban Anna Murià, Mercè Rodoreda, Carmen Montoriol y Teresa Vernet.
Su última obra son dos volúmenes de sus memorias, Memòries fins al 1935, publicada en 1973 que recibió el premio Crítica Serra d'Or y Memòries del 1935 fins al retorn a Catalunya publicada póstumamente en 1975.
Los manuscritos de Aurora Bertrana incluyen una compilación de artículos y ensayos, conferencias, correspondencia, documentos personales diversos, documentos referentes a Prudenci Bertrana, entrevistas, guiones, manuscritos literarios, memorias, narrativa breve, novela y poesía.