Astilleros de Guayaquil

Aunque existen registros de las primeras balsas construidas por las culturas prehispánicas manteño-guancavilcas que fueron usadas para comerciar por todo el pacífico.

Posteriormente se buscará tecnificar su producción para tomar ventaja de los nuevos materiales desarrollados durante la revolución industrial.

Además también se comerciaba cacao, que crecía de manera silvestre en la cuenca del río Guayas.

Estas balsas continuaron siendo construidas durante muchos años, aunque en las investigaciones de la historia del astillero, que se basan en registros historiográficos, se enfocan en los barcos grandes de los que existen evidencia documental.

[1]​[2]​ Guayaquil dio origen al astillero porque la ciudad contaba con maderas cercanas con los más altos niveles de flotabilidad, resistencia y flexibilidad.

[3]​ La información más antigua sobre el tema es una carta escrita en 1547 por Diego de Vásquez a Gonzalo Pizarro desde la isla Puná, en la que le aconseja que utilice los árboles y los nativos de la isla para construir galeras para sus expediciones.

Destacan los popularmente conocidos como capitanas reales y además una almiranta (nombre naval), encargados por el Marqués.

Lamentablemente esto no duraría mucho tiempo pues Chenara falleció poco después, quedando el proyecto en suspenso.

[4]​ Tres años más tarde, 1766 llegó a Guayaquil otro constructo naval ahora llamado Cipriano Echenar, quien estableció los Astilleros Reales entre el estero Carrión, que se ubica en la actual calle Mejía, y el fuerte de San Carlos.

Esto sería a su vez complementado desde el Cabildo, certificando el mérito de los constructores que destacaban en la industria.

Esta entraría en competencia con la cañonería que se buscaría crear en el puerto de Esmeraldas, al norte.

Dos años más tarde se buscó construir un dique seco a través de la firma Pohlemus, Mickle y Santiestevan.

De esta forma se le concedería en 1855 la exclusividad para la construcción del dique seco por 50 años.

Este proyecto sin embargo se pararía años después, y tendría que ser reanudado.

Por esta razón, en 1863 Ignacio de Veintimilla buscaría crear un astillero en gran escala, sin embargo el proyecto no prosperaría.

Por esta razón en 1897 el Gobierno buscaría garantizar el 6 % de rentabilidad anual a los empresarios que inviertan en los astilleros.

A inicios de este año surgió un accidente porque los vapores La Fama quedaron varados en la factoría.

Su capacidad aumentada llegaba a las 3500 toneladas y tuvo como país de origen Estados Unidos.

Gracías a esto se logró por ejemplo reparar el buque tanque Anglo de 3747 en el recién construido dique Amazonas.

Existen esfuerzos sin embargo durante esta época como por ejemplo José Rodríguez Labandera, quien construiría un submarino en 1837.

Construcción de un barco, año de 1915, aproximadamente.
Balsa de Guayaquil
Grabado del puerto de Guayaquil
Registro del pago por el envío de dos palos grandes de madera de balsa en 1681, por Bartolomé de Vertis.
El compendio histórico de Guayaquil de 1741 donde Morán de Butrón describe a la ciudad y dedica un apartado a los astilleros con el número 47
Barcos con mercancías, en el puerto de Guayaquil. En el fondo se observa la casa consistorial, antiguo municipio. Finales del siglo XIX .
'Guayaquil’ corvette
Malecón de Guayaquil, inicios del siglo XX .
El buque Guayas