Un fuerte temporal le obligó a refugiarse en Puerto Rico, ya que el buque hacía agua.
Siguió posteriormente viaje a Cádiz y, después, hacia Cartagena.
En 1811 es asignado a América junto con las fragatas mercantes Vicenta, Nuestra Señora del Coro y Magdalena para transportar tropas.
En mayo de 1816, recogió en Argel a los náufragos del navío Fernando VII.
[2] En 1821, procedente de Cádiz trasladó al virrey Juan O'Donojú a Nueva España.
Entre muertos, enfermos bajados al hospital y desertores quedaron en la isla 200 tripulantes, que no pueden ser reemplazados.
[7] Al fondear en las islas Marianas para reparaciones y aprovisionamiento en marzo de 1825.
Los oficiales abandonados fueron recogidos días después por un ballenero inglés en el que fueron transportados a Manila.
Se envió el navío Soberano en busca del buque amotinado, aunque no tuvo éxito en la tarea de hallarlo.
Las autoridades de Monterrey aceptaron los términos que proponían los amotinados: recibir sueldos atrasados, jurar fidelidad a México y obtener para los que no quisieran permanecer en México, facilidades para partir a donde desearan.