Asesinato de Manuel Pardo

El magnicida fue un sargento de la guardia de honor del Congreso, Melchor Montoya, que se había unido a un complot con otros colegas suyos, en venganza, según adujo, por un proyecto de ley que impedía el ascenso a los clases o rangos menores del ejército (cabos y sargentos), que aparentemente era promovido por Pardo.

Hechas las investigaciones, no se pudo probar esta conexión, ni con ningún otro político importante.

Durante su gestión, la crisis económica iniciada en el gobierno de su antecesor José Balta, se agravó y condujo al país a la bancarrota.

[3]​ La caricatura fue premonitoria, pues una semana después, Pardo fue víctima del primer atentado contra su vida.

Pero Pardo se reconcilió con el presidente Prado, que le recibió en Palacio de Gobierno.

Estuvo realizando esa labor hasta las dos de la tarde, cuando se dirigió en coche hacia la puerta del Senado (que en ese entonces se hallaba en el actual local del Museo de la Inquisición, frente a la Plaza Bolívar).

Pardo hizo cesar los honores con un gesto y luego ingresó al primer patio del Congreso.

[9]​ Mientras que Pardo, desfalleciente, era sostenido en brazos por Rivas, Melgar se lanzó en persecución del asesino, que huyó hacia la Plaza de la Inquisición, siendo finalmente apresado por el sargento de gendarmes Juan José Bellodas.

[10]​ En todo ese lapso, los guardias del batallón Pichincha, es decir, los colegas de Montoya, permanecieron impasibles.

[10]​ Mientras tanto, Pardo, gravemente herido, fue llevado al segundo patio del Senado, donde se le recostó sobre las baldosas de mármol.

Al llegar, gritó: «¡Vergüenza!», y luego de inquirir por el asesino, preguntó: «¿Y por qué todavía vive ese miserable?».

Inicialmente, se quiso involucrar como autores intelectuales del crimen a Nicolás de Piérola y a sus seguidores, que eran lo más conocidos enemigos políticos de Manuel Pardo y del partido civil.

En ese momento, Piérola se hallaba en Europa, luego de una intentona golpista contra Prado.

En Lima se hallaba su esposa Jesús Itúrbide de Piérola, que fue detenida y conducida a la prefectura.

Tampoco se pudo encontrar conexión alguna entre Piérola y los sargentos del batallón Pichincha.

[21]​ La muerte de Pardo provocó sorpresa, indignación, cólera y desesperación en todo el país.

[22]​ Además, dejó sin cabeza al Partido Civil, que tardaría algún tiempo en volver a ser una fuerza política importante.

Como si esto fuera poco, solo meses después estallaría la guerra con Chile, momento crítico en que haría falta en el Perú la experiencia política de un estadista como Pardo.

Manuel Pardo y Lavalle , presidente del Perú de 1872 a 1876, y presidente del Senado en 1878.
Caricatura del semanario La Mascarada de 1874, que vaticinaba el asesinato de Pardo en la entrada del Senado. Pardo, en el papel de Julio César, ingresa al Senado, mientras que un émulo de Bruto acecha para darle la estocada mortal.
Dibujo del siglo XIX que ilustra el momento en que Melchor Montoya dispara fatalmente a Manuel Pardo y Lavalle.
El sargento Melchor Montoya. Fotografía de una tarjeta de visita, estudio Courret.
Mausoleo Privado de la Familia Pardo en el Cementerio General de Lima .