[3] Hasta el año 402 la residencia del emperador había estado en Mediolanum (Milán) pero los sucesos acaecidos durante la primera invasión de Italia por Alarico —en la que el propio emperador estuvo a punto de ser capturado por los godos— hicieron aconsejable buscar un sitio más seguro.
El lugar elegido fue Rávena, ciudad costera del Adriático que se encontraba rodeada de pantanos y lagunas.
Solamente era accesible por un camino de fácil defensa y tenía, además, un puerto militar que aseguraba su abastecimiento por mar.
En el marco de las guerras civiles romanas había sido atacada por Didio Juliano en el año 193 y por Maximiano en el 307.
[4] Cuando Alarico invadió Italia por segunda vez, evitó la ciudad y pasó de largo para dirigirse, en su lugar, a la capital Roma.