Su primer acto como rey es detener el avance hacia el sur, por falta de suministros, y permanecer en Calabria, donde se dedicó a devastar la región.
En aquella época era muy común la presencia de generales y nobles ambiciosos en diversas ciudades que decidían proclamarse emperadores.
Como recompensa, el emperador permitió a los godos establecerse en Aquitania y posteriormente en la Narbonense Primera, en calidad de hospites del Imperio.
A finales del año 414, Ataúlfo, junto con toda su corte, atraviesa los Pirineos y se asienta en Barcino, ciudad de la Hispania Tarraconense.
Sin embargo, Ataúlfo rechazó ese plan, insistiendo en la posibilidad de llegar a un acuerdo con Honorio.
Sin embargo, Ataúlfo no murió instantáneamente, viviendo el tiempo suficiente para designar sucesor a su hermano menor.