Se trata de núcleos de pequeño tamaño con una agrupación de viviendas y edificios semidispersa, es decir, ordenados en barrios o áreas, a veces marcadamente separadas y otras con una distribución más difusa; esto obedece a un aprovechamiento máximo del espacio e integración con el medio natural.
Algunos pudieron estar asociados a la explotación aurífera en tiempos de los romanos.
A fines del siglo XIX se destruyó el castillo y sus materiales fueron empleados para pavimentar la carretera.
Tiene una torre de planta cuadrada y tres niveles, el superior utilizado como campanario.
El edificio también contiene un presbiterio, un camarín y un pórtico lateral, sostenido por pies derechos.
[1] El santuario de Nuestra Señora de la Garandilla se levantó en el primer cuarto del siglo XVIII, aunque se encuentra asentado sobre un templo más antiguo, posiblemente del siglo XII.
[16] La construcción de la casa primitiva omañesa se inicia con una zanja para los cimientos sobre los que se levantan muros de piedra sin labrar, rellenados con arcilla y, en ocasiones, con cal y arena.
Aunque en algunas casas se encuentran esquinas redondeadas,[14] abundan los esquinales rectangulares constituidos por bloques de pizarra y cuarzo trabados tal que la piedra final de una hilera se intercala entre las hileras inferior y superior del muro adyacente.
[3] En muchas poblaciones se encuentran edificios con un blasón familiar adornando el muro.
La teja es más común en el sur y este de la comarca, mientras que la losa predomina en la parte occidental.
Normalmente tienen dos hojas, hechas con tablones de madera con clavos y de hierro forjado con tiradores cuya versión más simple son unas anillas forjadas redondas unidas a una placa metálica sujeta a la madera.
[3] Aunque se encuentran ejemplos de carpintería ciega sin cristal, sobre todo en pajares y edificios auxiliares, esto es más corriente en los balcones, donde la parte superior suele ser acristalada y la inferior ciega con cuarterones.
[14] Normalmente se disponen a lo largo de la pared más larga no orientada al norte y se encuentran protegidos en su parte superior por el vuelo de la cubierta.
Los corredores se sustentan por la parte inferior con vigas de apoyo o soportes verticales.
También se encuentran ejemplos de corredores cerrados, normalmente con madera y cristalería,[18] o a veces, en casas reformadas durante el siglo XX, usando materiales y soluciones más modernas.
[19] Al contrario que en estas comarcas, no se conservan hórreos, siendo Los Bayos, en el extremo noroccidental de la comarca, la última población donde quedaba constancia de su existencia en el siglo XVIII.
Las casas están separadas por callejas estrechas y agrupadas en grupos de 12-14, aunque en las poblaciones mayores pueden contar con varias docenas.
[22] La cocina es la estancia principal, debido a la presencia en ella del hogar o llar, que la convertía antaño en el centro de la vida familiar.
En la casa primigenia el hogar se situaba en el centro o adosado a la pared y estaba hecho de losa con un recerco de madera; por encima, estaban las pregancias, unas cadenas de las que se colgaban los calderos utilizados para preparar las comidas, y una «piérgola» o cubierta de mimbre, madera o losa que servía para evitar que las chispas del fuego prendieran el teito.
Las chimeneas empezaron a aparecer relativamente tarde, cumpliendo antes su función una apertura en el techo.
[3] Es poco habitual que esta división del espacio interior perdure en las viviendas rehabilitadas.