Daniel Argimon
Daniel Argimon i Granell (Barcelona,1929-1996) es considerado como uno de los representantes más importantes del informalismo catalán.[2][3] Por necesidades económicas, Argimon se ve obligado a aceptar distintos empleos alejados del mundo artístico.[2][3][4][nota 1] En 1958, se introduce en el mundo artístico barcelonés y participa en su primera exposición colectiva en el Ateneo Colón de Poble Nou (Barcelona, 1959).[5][7] Ese mismo año obtiene el primer accésit del Premi de dibuix Joan Miró.[7] Desde principios de los años 60, Argimon presenta sus obras individualmente en España (Eivissa, Oviedo, Madrid, Barcelona, Tarragona) y en el Miami Museum of Modern Art (1964).Participa en numerosas exposiciones colectivas en Francia, en particular en el Salon des Réalités Nouvelles de París.[5][9] En 1965 se publica una segunda monografía sobre la obra del pintor con textos de Areán, Juan-Eduardo Cirlot, Puig y Rodríguez Aguilera.En Estados Unidos, el pintor conoce a artistas como Rauschenberg, Johns, Dine y Warhol, y se interesa por el cine underground, lo que le lleva a realizar dos películas: Nueva York (8 mm, color) e Ibiza Single 8 (super 8, color).Doce grabados con un texto de Ana María Moix se recogen en el álbum Consejos, editado por Pascual Fort (1975)23.[14] A mediados de los años 70, Argimon compagina su trabajo entre Barcelona y las Terres del Montsià (Tarragona), primero en su taller de Les Cases d'Alcanar y más tarde en su estudio del Mas Ganda en Alcanar.[22] Para presentar sus obras en exposiciones individuales o colectivas, Argimon realiza frecuentes viajes por España y el extranjero.[28] Durante estos años, se publican tres nuevas monografías sobre la obra del artista firmadas por Josep Vallés Rovira (1976), Lourdes Cirlot (1988) y Francesc Miralles (1993).[35] En estas obras tempranas ya se observa el uso del collage, técnica que el pintor explorará durante toda su trayectoria artística.Sin embargo, habrá que esperar hasta 1958 para que, según J.E.Cirlot, Argimon alcance “dentro de la no figuración, una técnica e imagen personal”, con una simplificación de la composición y una eliminación del color cuyo objetivo es, en palabras del propio artista, “lograr una pintura tan gris como la existencia”.[42] Si, según las épocas, el fuego en Argimon puede tener un carácter destructor o transformador, en los 60, el pintor utiliza este elemento sobre todo por su potencial destructivo, como instrumento para expresar su rebeldía frente a la situación política y existencial en la que vive, pero también como medio estético —los socarrados se emplean como un color natural más—.[44][45] Entre 1963 y 1967, sin abandonar la estética informalista, Argimon integra también en sus trabajos el collage de referencia figurativa e incluso incorpora mensajes textuales en ellos.[37][46] Emblemáticas de esta etapa son, según la crítica, Mao-Tsé-Tung (1964)[47][48][49], Kruscov (1963)[48], Estoy en una jaula sin barrotes (1965)[48] o El Presidente (1966).[13] Durante casi diez años, Argimon cambia la experimentación con la materia por la pintura acrílica, los colores planos y vivos, y las superficies lisas, al tiempo que sus telas se llenan de siluetas, a menudo repetidas o en secuencias seriadas.[46][16] El pintor incorpora en sus trabajos una iconografía elemental con figuras en forma de “enormes botas destructivas, personajes con los brazos en alto, fusiles amenazadores, palomas abatidas, elementos de la naturaleza, símbolos sexuales” con claras influencias del Pop Art.[50] Esta larga etapa, caracterizada por un reencuentro con la materia y un renovado uso del fuego y del collage[51][52][53], queda sintetizada en la obra de los 90, años en los que Argimon vuelve la vista atrás para reflexionar sobre el conjunto de su trayectoria creativa.[63] A partir de 1994, la naturaleza y los fenómenos naturales inspiran al pintor y dan título a unas obras en las que dominan “el ocre de la tierra o el azul profundo del mar” o bien “potentes bicromías rojo-negro, rojo-azul”.La superficie de la tela está “fuertemente texturada con los típicos drippings y salpicaduras, junto con cartón ondulado o arpillera plenamente integrados en un conjunto compositivo que parece asumir, además de su propia trayectoria, la tradición del arte povera”.