La humanidad, como Esposa del Cordero, se describe como una ciudad gloriosa en la que reinan Dios Padre y Cristo (21,9-22,5), similar a la visión de Ezequiel sobre la nueva Jerusalén y el futuro Templo (cfr Ez 40,1-42,20).En 21,5-8, Dios mismo habla por única vez en el Apocalipsis, ratificando que está haciendo el mundo nuevo, una renovación iniciada con la muerte y resurrección de Cristo y que alcanzará su plenitud en el día final.[12] Lo que Juan el Apóstol quiso citar con lo de «Cielo y Tierra nuevos» en este Versículo, es que Jesús no se quedará allá en las nubes, sino que traerá el Cielo aquí a la Tierra para vivir con nosotros aquí, permanentemente, en una realidad totalmente nueva donde ambas dimensiones se reúnen.Y aunque Juan también se refiere a la «Nueva Tierra», eso no significa que Dios reemplazará nuestro planeta por uno nuevo; sino que, en su lugar, lo hará todo perfectamente mejor.[20] W H Simcox, en la Cambridge Bible for Schools and Colleges, observa que Juan el Apóstol (si fue el autor) «no se da cuenta de que su propio nombre está escrito allí».[22] La Nueva Jerusalén es llamada en el Libro de Ezequiel como 'El Señor está allí' (Ezequiel 48:35) y en el Libro de Zacarías la ciudad entera es declarada tan santa como el templo (Zechariah 14:20-21; cf.
Revelación 21:3 en la piedra angular exterior de la Iglesia Católica del Sagrado Corazón (Columbia, Missouri)
Un cielo nuevo y una tierra nueva. Apocalipsis 21. Apocalipsis 37. Scheits. Colección Phillip Medhurst
Revelación 21:3 citado en una iglesia en
Eslovaquia
: «¡He aquí! La morada de Dios está en medio del pueblo..."