Su obra se compuso con serigrafías, fotograbado, litografías, aguafuertes, aguatintas, carbolitografías, linograbados y carborundums.
Otras esculturas similares del artista también pueden encontrarse en el espacio público en Francia, Bélgica, Portugal, Italia, Marruecos y Colombia.
Desde pequeño mostró su vocación artística: en la escuela primaria, su materia preferida era la de dibujo.
Al visitar los museos europeos pudo recibir directamente los influjos de Goya, Daumier y Gutiérrez Solana entre otros.
En 1958 comenzó un peregrinaje usando un viejo automóvil todoterreno por América Latina; es así que en ese mismo año conoció a la bailarina argentina nacida en la ciudad de Córdoba Graciela Martínez, hija de Raúl V. Martínez y Fausta Martinoli; con la que contrajo matrimonio.
Hacia esos años se dedicó a la ilustración de revistas.
[6] En 1991 realizó una retrospectiva en la sede Buenos Aires del Museo Nacional de Bellas Artes.
Algunas de las primeras pinturas de Antonio Seguí se pueden adscribir al informalismo e incluso al surrealismo; en todo caso, como su compatriota Antonio Berni, Seguí suele expresar en sus obras una perspectiva crítica de la sociedad, aunque en Seguí tal perspectiva toma visos más satíricos y humorísticos, en muchos momentos sus pinturas recuerdan a la historietas en las que participan personajes grotescos supervivientes dentro de un encuadre urbano, entre 1964-1967 aprovecha la colorida y "alegre" estética del arte pop para "caricaturizar" al cómic estadounidense, en esa época coincide en cierto grado con el neofigurativismo que también engloba a Rómulo Macció y a Carlos Alonso.