[3] En 1963 Espriu publicó una nueva versión para el Teatro Romea y en 1969 sacó una tercera, con un prefacio de Maria Aurèlia Capmany.
[2] Espriu presenta personajes esquemáticos y sintéticos para resaltar aspectos determinados de comportamiento.
No los analiza psicológicamente y logra así arquetipos que dan identidad a las diversas actitudes del hombre.
Así lo dice en Tiresias «vengo a enterrar un cuerpo, el de mi hermano Polinices, que deberían haber honrado e incinerado según los antiguos preceptos» y más adelante dice: «Mi sangre me ordenaba arrancar ese cuerpo de la profanación».
Así dos seres extremos en el orden social son hermanados por la misma nobleza de espíritu.
Viejo y ciego augura la guerra entre hermanos; así se lo dice a Polinices: «No podrás derribar esos muros.
Privada de luz, en una lenta espera, recordaré hasta el último momento a mi ciudad.» En la cueva le será permitido ver, con la pureza del recuerdo, con la memoria que la salvará.
» Eurídice se va perfilando como un personaje necio que no teme a los dioses.
Su instinto era desfavorable al matrimonio de su hijo Hémon con Antígona, por lo que "tras el decente y moderado disgusto, respirará en adelante más tranquila".
Creonte, astutamente, le desaconseja el combate, porque sabe que así Etéocles sentirá herido su orgullo y se enfrentará con Polinices.
En la obra de Sófocles, Creonte con su actuación atrae sobre el pueblo la fatalidad del destino.
[5] Este personaje nos obliga a hacer una lectura crítica, nos hace reflexionar sobre la realidad dramática de la guerra y la posguerra en nuestro país.