Fue también oficial del ejército del gobernador Martín Yanzón, que lo ascendió al rango de teniente coronel, y a sus órdenes participó en la invasión a La Rioja, que terminó en la derrota de Pango y la invasión riojana a San Juan, que causó la caída del gobernador.
Regresó a Tucumán después de la muerte del caudillo federal Alejandro Heredia.
Permaneció en Chile hasta 1852, año en que pudo volver bajo la protección de Benavídez, a quien había derrocado once años antes.
Tras vivir unos años en Rosario, en 1856 se instaló en Paraná, donde ocupó cargos militares secundarios.
La Sublevación de Basualdo, en que los soldados entrerrianos desertaron en masa, impidió su participación en la misma.