Alonso de Barros

Su elevada posición social le abrió las puertas de la Corte y entró a servir sustituyendo como aposentador a su padre al fallecer este en 1563, primero con Felipe II y luego con su sucesor Felipe III, participando en los años sesenta en algunas campañas militares como la toma del Peñón de Vélez de la Gomera (1564), en Córcega y en el Socorro de Malta (1565).En esta ciudad un hermano suyo, Sebastián López Orozco, era regidor y simultáneamente contador de la hacienda real.Felipe II gustó de su lectura y las más prestigiosas plumas del momento la elogiaron, como por ejemplo Lope de Vega («diamante que en calidad no tiene otro igual») y Mateo Alemán.Algunos de estos epigramas se hicieron célebres: «La verdad, si es demasiado cruda, no puede darse a comer».En el prólogo expone su propósito: Nueve años antes había publicado su Filosofía cortesana moralizada (Madrid, Pedro Madrigal, 1587), con un tablero impreso inspirado en el Juego de la Oca, por entonces renovado en Italia, con el que se mostraban a modo de juego los entresijos y las claves para que un caballero prosperara en la corte, y los altibajos de su carrera cortesana aparecían reflejados en algunos de los recuadros del juego (o casas, como los llama el autor): la Casa del Pródigo, el Paso de la Esperanza, El Pozo del Olvido, la Casa del Privado, la Casa de Mudanza de Ministros, La Muerte del Valedor, la Casa del Penseque, La Adulación, La Falsa Amistad, etcétera, terminando para el vencedor en la Palma del Éxito.