Así sería si su relato "Quien todo lo quiere, todo lo pierde", incluido en La garduña de Sevilla, tuviese en el personaje del licenciado Monsalve algo de autobiográfico.De ambas recibió herencias exiguas que liquidó enseguida, bien para instalarse en la Corte, bien para pagar deudas, o quizá para las dos cosas; más parece lo primero.Lo declara en Las Harpías en Madrid: El 4 de abril de 1618, quizá a punto de trasladarse, redactó otro testamento en Tordesillas en que nombra heredera universal a su ya citada esposa y cita a una niña adoptiva que han criado juntos, quizá natural, Ana Velarde.Enseguida se introdujo entre los escritores seguidores de Lope de Vega, quien por entonces atacaba a los poetas culteranos, y participó en las numerosas academias literarias que entonces había en la Corte.Su señor fue nombrado después virrey de Sicilia y también falleció allí en 1647.En suma, Alonso de Castillo Solórzano fue un pequeño noble provinciano de escasos recursos económicos que pudo publicar una dilatada obra literaria gracias a la protección que le dispensaron algunos nobles y mecenas mucho más importantes que él, sacando fruto de su capacidad para adaptarse a los distintos ambientes literarios de todas las ciudades en que se vio forzado a residir siguiendo a sus protectores.