En esos mismos años también realizó pinturas, murales, esculturas y artes decorativas para la Galería Rafael García de Madrid.
Este grupo propugnaba una síntesis entre el informalismo y la figuración, es decir, una técnica pictórica automática con cierta voluntad representativa.
Su interés por el espacio continúa intentando establecer una teoría pictórica de la relatividad entre éste y las formas.
Es en éste donde sitúa personajes grotescos como ejemplos de una ficción humana moderna descarnada y crítica.
En los años ochenta su pintura se hace más expresiva y mordaz convirtiéndose la representación del cuerpo en el elemento principal de su obra.