Alejandro M. Sinibaldi

[4]​ En un mensaje sumamente breve informó a los ciudadanos de la muerte del general Barrios y solicitó el apoyo de todos para su presidencia interina; poco después, emitió un segundo decreto en el que dejaba al Ministro de la Guerra, general Juan Martín Barrundia, que actuara como mejor conviniese a los intereses del país, ante ola de pasiones que se desató tras conocerse la muerte de Barrios.[5]​ Ante los desórdenes que se estaban suscitando —hubo quienes arrastraron por la calle el retrato del fallecido general Barrios y quienes urgían al general Felipe Cruz que aprovechara el grueso del ejército derrotado en Chalchuapa para tomar el poder— Barrundia se erigió como dictador militar y decretó el estado de sitio ante lo cual los ciudadanos alarmados [b]​, recurrieron a la Asamblea Nacional Legislativa y al cuerpo consular para que mediara en el asunto.la persona señalada era el general Manuel Lisandro Barillas Bercián, jefe político de Quetzaltenango a quien de inmediato salieron a buscar para que tomara las riendas del Estado lo antes posible.[5]​ Barillas llegó a la puerta del Cementerio General de Guatemala en el instante del sepelio del general Justo Rufino Barrios y exigió a Juan Martín Barrundia —hasta pocos días antes Ministro de Guerra de Barrios y principal candidato a quedarse en la presidencia— que le fuera entregado el poder, aduciendo que un número regular de tropa venía con él, indicándole a Barrundia que la tropa estaba acantonada a inmediaciones de la ciudad.[5]​ Cuando Barrundia comprendió su error, ya era tarde; decidió alejarse del país por un tiempo, ya que disponía de los medios necesarios para ello, aunque regresó a Guatemala en 1888, para finalmente radicarse en México desde donde publicó folletos en contra del gobierno de Barillas.