En 1882 acompañó al presidente Barrios en sus viaje diplomáticos a Estados Unidos y Europa.
Mantuvo una estrecha amistad con el general Barrios y con el licenciado Lorenzo Montúfar, con quién se enemistó cuando este se opuso enérgicamente a la entrega de territorios a México en 1882.
[7] Para 1881, las relaciones entre el presidente Justo Rufino Barrios y los representantes de la Iglesia Católica habían mejorado considerablemente, y el presidente Barrios envió a su amigo personal -y antiguo sacerdote- Ángel María Arroyo como ministro plenipotenciario ante la Santa Sede para trabajar en un nuevo concordato.
[12] La solicitud fue aceptada directamente por la asamblea por la iniciativa del padre Arroyo; es más, al día siguiente el diputado Francisco Anguiano hizo la moción de que el estado guatemalteco pagara los gastos del presidente en su viaje oficial, lo cual fue aprobado a iniciativa de Arroyo, aunque Barrios diplomáticamente rehusó la dádiva.
Se cerró definitivamente la oportunidad para posteriores reclamos, sin siquiera pedir absolutamente nada a cambio; este convenio cerró herméticamente la puerta a toda posterior reclamación, en virtud de que, al Guatemala ceder Chiapas y Soconusco, renunció expresa y categóricamente a toda compensación o indemnización.
la persona señalada era el general Manuel Lisandro Barillas Bercián, jefe político de Quetzaltenango a quien de inmediato salieron a buscar para que tomara las riendas del Estado lo antes posible.
[18] Barillas llegó a la puerta del Cementerio General de Guatemala en el instante del sepelio del general Justo Rufino Barrios y exigió a Juan Martín Barrundia —hasta pocos días antes Ministro de Guerra de Barrios y principal candidato a quedarse en la presidencia— que le fuera entregado el poder, aduciendo que un número regular de tropa venía con él, indicándole a Barrundia que la tropa estaba acantonada a inmediaciones de la ciudad.
[2] Su muerte fue reportada en el obituario del célebre periódico norteamericano The New York Times:[21]