Albarca cántabra

Esta albarca guarda similitudes con los otros modelos de otras regiones españolas, pero posee rasgos significativos y características distintas tanto en su elaboración como en su uso.

[4]​ Hoy, esta artesanía tan tradicional ha quedado en pocos albarqueros, que solamente hacen albarcas por encargo, destinadas unas veces para usarlas y otras como recuerdo típico de la región cántabra, lo mismo en tamaño natural que en pequeño formato.

Si bien el uso de las albarcas como calzado se ha visto casi extinto, ello no ha impedido que se considere este calzado típico del norte como un recurso cultural y por tanto turístico.

[2]​ En cada pueblo hay unos modelos diferentes de los demás, y a su vez, entre los albarqueros de un mismo lugar cada uno les da a sus albarcas un estilo personal que le distingue de los demás, bien sea en la forma o en el dibujo, que va grabado sobre la parte superior y visible, consistente en flores, hojas, conchas, pequeñas muescas y variadas figuras geométricas.

[8]​ La madera empleada en la fabricación de este calzado suele estar verde, pues se trabaja mejor, y la más utilizada es la de abedul (aunque no es recomendable emplear esta madera en albarcas destinadas al uso, pues se estropea enseguida), aliso, haya, nogal y otras, como el castaño maillo, el álamo negro y la zalgatera, que se pueden emplear ocasionalmente.

Las partes de que consta la albarca son las siguientes: El procedimiento para colorear las albarcas ha variado notablemente, pues en tiempos pasados se usaba la corteza de alisa para dar el color rojo y con calostros (leche de vaca recién parida) se tostaban las albarcas, poniéndolas al calor del fuego.

La duración de la estancia estaba condicionada por varios motivos, pero, en especial, por el tiempo que hiciera, como temporales y nevadas.

Los utensilios que solían llevar al monte eran varios, pero procuraban transportar lo imprescindible, para no juntar mucho peso.

[13]​ Este servía también para serrar los troncos en partes proporcionadas a la largura de la albarca.

Cuando tenían la madera, cortada y preparada, junto a la cabaña, comenzaba la tarea de realizar las albarcas.

Después, se pasa a azolar, que consiste en modelar con más detalle la albarca con la azuela.

[16]​ Normalmente, un albarquero preparaba al día de cuatro a cinco pares de albarcas, y había quien llegaba a nueve o diez, teniendo la madera cortada en la cabaña y realizando las distintas labores descritas.

[7]​ Cuando los albarqueros regresaban del monte, se dedicaban en casa a terminar la confección de las albarcas, ayudados por algunos familiares, en ciertas labores, como resoriar, dar lija, tostar o pintar y entarugar.

Calzando unas albarcas. Se aprecian los tarugos reemplazables, protegidos a su vez por una suela de goma.
En el Día Infantil de Cantabria, que se celebra en la Magdalena en Santander , se expuso una colección de un centenar de albarcas (de la Asociación Cultural Castro Valnera) que congregó a más de 35 000 personas.
Albarcas con barajones en Lamedo , localidad del municipio de Cabezón de Liébana (Cantabria); se producían de una forma abundante siglos atrás.
Albarcas con escarpines
Típica albarca
Artesano de la madera en Cantabria. Se aprecia cómo calza unas albarcas, por lo general de castaño, aliso o abedul.
Carmona es una localidad de Cabuérniga (Cantabria) donde la artesanía de madera tenía un papel importante, siendo especialmente habitual la profesión de albarquero. [ 11 ]
Albarcas a la entrada de una casa en San Sebastián de Garabandal .