Agustín Ferreiro

Posteriormente fue Consejero del Consejo Nacional de Enseñanza Primaria y Normal.

Por lo cual el proceso educativo debía verse determinado histórica y socialmente, estando vinculado a la cultura de la comunidad.

Pero entonces el remedio deberá ser proporcionado al mal; nada puede hacer nuestra escuela común para amenguarlo.

Si se quiere hacer algo debería instalarse en cada uno de los doscientos rancheríos diseminados en la República, una escuela de tipo hogar, que cuente con todos los recursos imaginables, desde médico y la visitadores social, hasta el jabón para higienizarse, porque esa gente no cuenta con nada; la inmensa mayoría come carne cuando la peste voltea la animal y su propietario deja el cadáver en el campo, después de haberlo “cuereado”.

“[…] los programas están hechos con la vista puesta en un hombre de campo imaginario al cual se concibe como perfecto y se pretende que los niños así formados atraviesen sin pérdida, la crisis de la pubertad y la adolescencia.

En 1949 se sometió a una revisión general del programa para la escuela rural en el Congreso de Pirlápolis.

Otro problema señalado por Ferreiro era la poca asiduidad en la concurrencia a clase, por diferentes causas, enfermedad, utilización del niño para trabajo en el campo.

Señala la importancia de no considerar al niño como un hombre pequeño, él mismo dice: “Y hubo hace ya muchos años una doctrina que consideró al niño como un hombre en pequeño, en miniatura (…) el homúnculo.

Su idea nace en un contexto de lucha y esperanza respecto al porvenir del campo uruguayo.

[1]​ La actividad que se plantea tiene manifestaciones en todos los órdenes:en la vida orgánica y física, en la manipulación manual, en la expresión artística, en el aprendizaje basado en la experiencia, en accionar autónomo, en la relación con los demás.