El desarrollo cognitivo se enfoca en los procedimientos intelectuales y en las conductas que emanan de estos procesos.
Este desarrollo es una consecuencia de la voluntad de las personas por entender la realidad y desempeñarse en la sociedad, por lo que está vinculado a la capacidad natural que tienen los seres humanos para adaptarse e integrarse a su ambiente.
Según lo describe Piaget el desarrollo de la inteligencia se encuentra dividido en varias partes, estas son: Período sensomotriz: abarca desde el nacimiento del individuo hasta los 2 años de edad.
A lo largo de este proceso, se han identificado seis subetapas para enfatizar que el camino es gradual.
Se da también en esta etapa el primer acercamiento al entendimiento de la moral.
Es así como se afirma que los niños en esta etapa pueden realizar diversas operaciones mentales como arreglar objetos en clasificaciones jerárquicas, comprender relaciones de inclusión, serialización y los principios de simetría y reciprocidad.
Período de operaciones formales: Desde los 11 años hasta los 15, el individuo comienza a desarrollar la capacidad de realizar tareas mentales para las cuales necesita el pensamiento para formular hipótesis y conseguir la resolución a los problemas.
Por ello, se han desarrollado intervenciones domiciliarias, cuyo objetivo es ayudar a los padres a proporcionar un ambiente familiar de mejor calidad para sus hijos con el fin de prevenir o mitigar estos resultados adversos.
Una revisión sistemática de siete estudios, realizados en Estados Unidos, Canadá, Jamaica, Irlanda, Bermudas y una ubicación no especificada, evaluó la efectividad de las intervenciones domiciliaras sobre los resultados del desarrollo infantil.
Asimismo, no se pudo llegar a conclusiones para resultados secundarios tales como el desarrollo físico infantil y la conducta parental.
Aunque se describen funcionalmente de manera individual, interactúan en conjunto para obtener un comportamiento determinado.
Además, debe incluir las destrezas motoras así como el conocimiento perceptivo, la mayoría de la cual se utiliza inconscientemente.
La capacidad selectiva de la atención permite comprender el mundo que se presenta con múltiples estímulos simultáneos.
El lenguaje en sentido amplio incluye a un léxico (capacidad semántica) y una sintaxis (un sistema formal para manipular símbolos).
Tal plan está hecho por componentes léxicos de unidades cognitivas ejecutivas, en particular verbos.
Sin ellos, la capacidad de organizar palabras con significado sería nula y la funcionalidad sintáctica del lenguaje se perdería.
Según Fuster, cada percepción es un evento histórico y la categorización de una impresión sensorial actual estaría enteramente determinada por memorias previamente establecidas.
Fuster hace hincapié en señalar que, si la inteligencia es el procesamiento de información cognitiva tocante a metas comportamentales o cognitivas, el grado de inteligencia es la "eficiencia con la cual puede ser procesada esta información".
Eficiencia, en este caso, se refiere a la habilidad para usar los medios disponibles, incluidos los conocimientos previos, para atender metas como, por ejemplo, la solución de un problema.
Fuster explica que, fenomenológicamente, el conocimiento es la memoria de hechos y la relación entre estos hechos, los cuales al igual que la memoria se adquieren a través de la experiencia.
El conocimiento establecido es sin tiempo, aunque su adquisición y contenido pueda ser fechado.