[1] Prácticamente la atención se puede definir como la capacidad que tienen las personas para seleccionar, mantener o dirigir la información relevante.
En resumen se puede decir que la atención nos sirve para guiar, elegir, mantener y procesar correctamente la información importante.
[2] Por otro lado, la atención es entendida como el mecanismo que controla y regula los procesos cognitivos; desde el aprendizaje por condicionamiento hasta el razonamiento complejo.
La atención cambia y oscila continuamente, ya sea porque procesamos dos o más fuentes de información (estímulos atendidos) o bien porque nos encontramos realizando dos tareas y la atención se va dirigiendo alternativamente de una a otra (shifting).
Muchos autores afirman que es ésta, la característica más importante de la atención.
[4] Se refuerza cuando las disposiciones del sujeto permiten anticipar el ciclo perceptual, que incluye los esquemas anticipatorios.
Donald Broadbent desarrolló un modelo, conocido como "metáfora del filtro" o "cuello de botella", para explicar la atención selectiva.
Consiste en los procesos que un sujeto pone en funcionamiento para atender, de modo simultáneo, varias demandas del ambiente que se le presentan a la vez en un momento o tarea dadas, distribuyendo los recursos atencionales entre las actividades o estímulos.
Por ejemplo, si el tráfico se intensifica, un pasajero puede dejar de hablar para permitir que el conductor navegue por la calzada cada vez más difícil; un interlocutor por teléfono no sería consciente del cambio de entorno.
Sin embargo, este modelo parece excesivamente simplificado debido a las diferentes modalidades (por ejemplo, visuales, auditivas, verbales) que se perciben.
[17] En nuestra capacidad para prestar atención y concentrarnos en muchas tareas a la vez intervienen otras variables.